Por Johani Carolina Ponce
Por Johani Carolina Ponce
Carismático, talentoso, multifacético, sensible y un virtuoso del violín, así es David Moreira, un músico venezolano formado en el Sistema de Orquestas de José Antonio Abreu.
Moreira emigró a España hace 23 años, optó por radicarse ahí cuando decidió romper su boleto de vuelta a Venezuela, luego de una gira de más de 30 conciertos. Fue en ese momento cuando incursionó en el flamenco, y hoy, dos décadas después, es considerado uno de los mejores violinistas de flamenco en Europa.
Sin embargo, no dejó de lado otros géneros musicales como el jazz, la salsa, la samba, la música clásica, y la venezolana, de la cual se considera un cultor. Es por eso que el talento de David Moreira va más allá de ser un virtuoso, ya que a través de su instrumento logra tocar las fibras más sensibles y profundas de aquellos que lo escuchan interpretar magistralmente sus “solos”, en los que, asegura, no quiere demostrar que toca bien, sino invitar al espectador a vivir un momento único e irrepetible con él.
Cabe destacar que además de ser un gran violinista, el caraqueño también toca el cuatro, la mandolina, la viola y el bajo. Es percusionista, arreglista, director y compositor. Y ha deleitado al mundo desde el emblemático Teatro Teresa Carreño, hasta escenarios como el Carnegie Hall de Nueva York y el Royal Albert Hall de Londres, pero confiesa que uno de los momentos en los que experimentó más nervios en su carrera, fue hace algunos años cuando tocó ante los compañeros de la guardería de su hijo.
David Moreira también recuerda que su casa de La Pastora, en Caracas, se escuchaba la música que decidía su padre, que también fue músico, el maestro Sergio Moreira. Por lo general música clásica y óperas (completas), aunque también se coqueteaba un poco con la música venezolana, especialmente con los aguinaldos, villancicos y la agrupación Serenata Guayanesa de la que el violista luego se convirtió en director musical.
Hace algunas semanas David Moreira lanzó el primer sencillo de su disco llamado: ‘Moreira, el niño de los ojos azules’, en homenaje a su hijo de 17 años, Nicolás Moreira. Ese primer tema instrumental se llama Nuevo II’y es una aventura musical que nos invita a viajar a través de su vida teniendo como vehículo diferentes géneros musicales. Una travesía inspirada por su madre, quien le dijo que siempre había que contar una historia y eso es precisamente lo que logra el violinista con su primer sencillo, una versión de un tema compuesto por el maestro Rubem Dantas, quien fue percusionista de Paco de Lucía durante 27 años.
DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con David Moreira desde su casa en Granada sobre su primer disco, su carrera y lo mucho que aún tiene que ofrecer al mundo de la música.
- Explíquenos el proceso de realización del primer sencillo del disco Nuevo II y lo que significa para usted.
En primer lugar, muy agradecido y honrado por esta entrevista. En referencia a ‘Nuevo II’ aproximadamente en el año 2001-2002 el maestro Rubem Dantas dio un concierto en Madrid en una sala que se llamaba Suristán. Te confieso que me asusté un poco porque fue una invitación de último minuto y había músicos de primer nivel ahí, y esa fue la primera vez que yo toqué ‘Nuevo II’, que es una composición de Rubem que me dejó marcado desde ese día hasta ahora. Años después empecé a armar el tema desde el centro hacia afuera, y ese proceso duró más de tres años. La introducción tiene muchas cuerdas y es muy clásica, luego entra en el birimbao [del portugués berimbau] y luego va creando una expectativa, una tensión en la persona que lo escucha. Es un homenaje a Rubem y un homenaje a una parte de mi vida. ‘Nuevo II’ es un nuevo comienzo, una nueva era en mi vida.
- Vamos a especular un poco ¿Qué diría su padre, el maestro Sergio Moreira, acerca de Nuevo II? Ya sabemos que él se inclinaba por la música clásica y la música venezolana.
En principio pienso que no lo entendería, pero haría su mayor esfuerzo por hacerlo y lo escucharía muchas veces.
- ¿Por qué escogió el violín?
Cuando tenía cinco años mi padre me llevó a una audición del Sistema de Orquestas, donde asistieron muchísimos niños. Yo quería escoger el piano porque era el instrumento que había en casa, pero un pianista toca muy poco en una orquesta, así que lo pensé mejor y opté por el violín. Al volver a mi casa tenía un violín chiquitico, parecía un llavero [dice entre risas], desde ese día hasta hoy el violín siempre me ha acompañado. Mi primer concierto fue en el último atril y el segundo fue en el primero. Lo logré a fuerza de disciplina, esfuerzo y maravillosos profesores. Solo con talento no se va a ninguna parte.
- ¿Cómo deberían ser los músicos?
Los músicos deberían tener un poco más de corazón, al fin de cuentas el músico es una persona que tiene un corazón y un don. Deberíamos ser más compañeros. Debe haber comunión para que las cosas suenen bien.
- ¿Cómo se enamora del flamenco y por qué emigró a España?
El primer disco de flamenco que escuché fue ‘Calle Real’, de Camarón de la Isla con Aquiles Báez [guitarrista y compositor venezolano]. No entendía nada, pero el metal de ese hombre me llamó mucho la atención. Me fui interesando y descubrí el mundo flamenco que existía en Venezuela. Mi país ha tenido una tradición flamenca muy afincada de la mano con la tradición de la tauromaquia. Posteriormente surgió la oportunidad de tocar con Adrián Galia porque necesitaban a un violinista. Luego me invitaron a tocar con ellos en el año 1999, e hicimos una temporada en España de alrededor de 35 conciertos. Tenía mi billete de ida y vuelta, pero rompí el boleto de regreso porque esa era mi oportunidad y hasta ahora permanezco en España.
- ¿Cuáles son los momentos más importantes y emblemáticos de su carrera?
Todos han sido maravillosos… Uno de ellos fue sin duda cuando me presenté en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Significó volver a la patria y regalarle ese concierto a mi ciudad y a mi familia. Otro momento importante fue un espectáculo de flamenco pop con “El Barrio” que dirigí con 125 músicos en el Teatro Real de Madrid.
Por otra parte, fue inolvidable tocar la ‘Cantata Criolla’ con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar en The Concertgebouw, Amsterdam, dirigida por Eduardo Mata. Y todas las veces que he tocado el espectáculo ‘Tan Solo’ de Manuel Reyes.
También cuando toqué en un homenaje a Cachao en el Carnegie Hall, de Nueva York, y el Festival WOMAD en Inglaterra, cuando toqué con Javier Ruibal ante más de 20 mil personas.
- ¿Qué es lo más bello que le ha dicho un espectador?
He recibido muchos cumplidos hermosos a lo largo de todos estos años. Me han dicho que el mundo necesita un disco de David Moreira, por ejemplo, y eso me emociona muchísimo. Hace algunas semanas una señora que estaba visitando España desde Estados Unidos y me vio en un tablao, me dijo: ‘Entraste en mi alma, no sé cómo lo hiciste, pero lo hiciste’. En otra ocasión una cumpleañera de 90 años que estaba festejando en un tablao, se acercó hasta el escenario me abrazó, me dio un beso y me dio las gracias.
- Vamos a hacer un juego en donde yo le digo ocho palabras y usted me dice lo primero que le viene a la mente.
Salsa: Interpretar ese género da paso mi alter ego de bajista.
Beethoven: Un luchador que sabía el nivel que tenía, además de un precursor y un gran incomprendido.
Violín: Mi compañero por 48 años.
Flamenco: Siempre da paso a algo increíble y único.
José Antonio Abreu:El tipo más potente que he conocido en mi vida.
Venezuela: Extraño muchas cosas que ya no están allí.
España: Es donde quiero vivir.
Amanecer: Son para enamorados y para panaderos.
¿Qué viene después de “Nuevo II”?
Viene un gran homenaje a Caracas y todo lo que esa ciudad representa para mí.