lunes 2  de  diciembre 2024
CINE

Deadpool & Wolverine: los descartados y la alegoría de Marvel Studios

Deadpool y Wolverine unen fuerzas, con mucha acción y humor subido de tono, para crear un punto de inflexión dentro del Universo Cinematográfico de Marvel (review sin spoilers)

Diario las Américas | LUIS BOND
Por LUIS BOND

Para Carl Gustav Jung, la existencia de cualquier persona se divide en dos grandes momentos: antes y después de los 40 años. En la primera mitad de nuestra vida solemos enfocarnos en el mundo exterior (la construcción de nuestro Ego, los roles que asumimos en las interacciones sociales, la generación de vínculos personales, el desarrollo profesional, etc). En la siguiente porción de nuestro recorrido vital la atención se retrae para dirigirse al mundo interior, planteándonos una actitud reflexiva que nos invita a evaluar nuestras acciones teniendo en consideración lo que no pudimos hacer y lo que jamás podremos cumplir. Enfrentados con nuestra propia mortalidad, la introspección nos lleva a resignificar todas nuestras experiencias, hacer cambios radicales y buscar —de una forma u otra— la trascendencia. Dilemas que suelen aquejarnos a los mortales, pero que rara vez conseguimos expuestos en el cine de superhéroes (que, por su propia naturaleza, parecen inmortales y con la suerte siempre a su favor). Es precisamente esta inquietud ontológica el motor que pone en marcha los conflictos de Deadpool & Wolverine, la nueva película de Marvel Studios y que marca un hito en la inclusión de los héroes de 20th Century Fox al mundo de Disney.

La historia comienza unos seis años después de Deadpool 2, con un Wade Wilson (Ryan Reynolds) que atraviesa la crisis de la mediana edad. Preocupado por darle un buen uso a sus habilidades especiales, comienza a explorar nuevas opciones de trabajo pero, como es de esperarse, ninguna se materializa. Las cosas cambian por completo cuando, durante su fiesta de cumpleaños, Wade es secuestrado por el TVA e invitado a trabajar bajo las ordenes de Mr. Paradox (Matthew Macfadyen) quien le ofrece la posibilidad de ser realmente un superhéroe. Una oferta tentadora, pero que exige un sacrificio enorme por parte de nuestro protagonista que, con el desparpajo que lo caracteriza, decide hacer las cosas siempre a su manera. Esto terminará desencadenando el caos en la Sagrada Línea del Tiempo y una inesperada sociedad entre él y Wolverine (Hugh Jackman) que, a regañadientes, tendrán que unir fuerzas para enfrentarse a múltiples peligros en búsqueda de la redención.

Escrita por Ryan Reynolds, Rhett Reese (Deadpool, Deadpool 2, Zombieland) y Paul Wernick (Deadpool, Deadpool 2, Zombieland), Deadpool & Wolverine tiene todos los elementos estructurales de sus predecesoras: comienza con una secuencia de acción sumamente violenta que nos sumerge de cabeza en la historia, luego tenemos un flashback que nos permite entender qué sucedió antes de llegar al meollo del conflicto y, a partir de ahí, el guión toma otro rumbo que da paso al verdadero desarrollo de la película. En el proceso, tenemos a un Deadpool que no para de soltar —como una metralleta— diálogos plagados de doble sentido, humor negro y que rompen constantemente la cuarta pared. Con la misma rapidez de su verbo incendiario tenemos comedia física, peleas cuerpo a cuerpo y tiroteos que rozan el gore al ritmo de éxitos de la música pop y decenas de referencias a otros personajes del mundo de los cómics. Acá, al igual que con Cable en Deadpool 2, también tenemos la dinámica de la “pareja-dispareja” donde un personaje “serio” se ve obligado a enfrentarse a Deadpool —y su locura— para terminar haciendo una alianza con él.

A pesar de las reminiscencias del guión (y dejando a un lado los chistes internos, cameos “imposibles” y críticas sin cuartel a Disney y Marvel Studios), Deadpool & Wolverine marca un punto de inflexión con sus homólogas gracias a su poderoso subtexto. En la película tenemos la oportunidad de profundizar en la psique de Wade y verlo madurar genuinamente —sin por eso perder su espontaneidad. De la misma forma, conocemos a un Logan atormentado por no estar a la altura de lo que se esperaba de él —en contraposición al clásico Wolverine que, aunque a regañadientes, siempre hacía lo correcto. Quitando las máscaras y poniendo el foco en la vida personal, cada uno tiene más cosas en común de lo que parece: atraviesan la crisis de la mediana edad, han tomado malas decisiones y quieren redimirse de una forma u otra por el bien de los suyos. Esto dota a ambos personajes de una capa extra de complejidad y hace que funcionen como espejos uno del otro en su proceso de transformación (explotando los conflictos que derivan del contraste entre la euforia de Wade y la melancolía de Logan).

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Dirigida por Shawn Levy (Free Guy, The Adam Project), Deadpool & Wolverine es como la quintaesencia de sus predecesoras, pero con la fuerza de “evento cinematográfico” que suele caracterizar a las grandes producciones de Marvel Studios. Siguiendo los pasos de Tim Miller (Deadpool) y David Leitch (Deadpool 2), su director honra todos los códigos visuales que dan forma a la impronta del personaje (como el juego con las velocidades de cámara en cada pelea, los elementos de slapstick comedy, las referencias sexuales, los momentos al mejor estilo “videoclip” con coreografías enrevesadas) y, al mismo tiempo, logra subir la barra, al agregar elementos nuevos y poner su sello personal sin que se le vayan las cosas de las manos (como decantarse por una puesta en escena con la menor cantidad de CGI posible, homenajear a otras películas mainstream más allá de Marvel, mantener el equilibrio con el fan service e incluir una pizca de drama sin que esto vaya en detrimento del ritmo y el mood general de la historia). El resultado final es una experiencia cinematográfica tan épica, divertida y con sustancia que nada tiene que envidiarle a Avengers o Spider-Man: No Way Home (algo cada vez más difícil en el Universo Cinematográfico de Marvel).

Bajo la égida de Shawn Levi, la cinematografía de George Richmond (Free Guy, Argylle, Rocketman, Fantastic Beasts: The Secret of Dumbledore, Kingsman: The Golden Circle) trabaja emulando atmósferas que podemos reconocer de otras locaciones de Marvel (como las oficinas de Tony Stark, la base del TVA y The Void de Loki, las calles de New York, el campo abierto y futuro post-apocalíptico de Logan) y se luce con las secuencias de acción donde los efectos en set y el CGI conviven de forma sumamente orgánica sin afectar la estética de cada cuadro (recordemos que una de las patas flojas de Marvel suele ser su cinematografía que delata el uso y abuso de rodar contra la pantalla verde). El diseño de producción de Ray Chan (Dungeons & Dragons: Honor Among Thieves, The Falcon and the Winter Soldier) toma decenas de referencias variopintas (como Mad Max: Fury Road, Loki, X-Men) para crear espacios plagados de easter eggs que harán que los fans de Marvel quieren revisitar Deadpool & Wolverine una y otra vez para captar todas las referencias a cómic, series y películas (pronto comenzarán a llover en internet los análisis “cuadro a cuadro” de cada escena alimentando las teorías de conspiración más alocadas sobre el futuro de Marvel Studios). El montaje Shane Reid (Ghostbusters: Frozen Empire y que ha trabajado editando videoclips de Taylor Swift y Paul McCartney) y Dean Zimmerman (The Adam Project, Free Guy, The Internship), mantiene un ritmo acelerado en las casi 2 horas de duración de la película, sin por eso sacrificar el tempo que tiene cada escena musical, peleas cuerpos a cuerpo o diálogos que van y vienen (de hecho, es de las pocas películas de Marvel Studios donde nada sobra, todo pasa volando y quedas con ganas de ver más).

Ryan Reynolds, como siempre, brilla en su papel de Deadpool (hasta el punto de desdibujar la línea de la caracterización). Más allá de su increíble timing para soltar chistes entre diálogos enrevesados y juegos de palabras, acá podemos ver un poco más de la vulnerabilidad que pocas veces nos muestra Wade Wilson —sin por eso transformar la historia en un drama o ir en contra de la esencia de su personaje. A su lado, Hugh Jackman se luce encarnando a un Wolverine deprimido, nihilista, alcohólico y con mucha violencia reprimida. Aunque su registro es muy parecido a lo que ya hemos visto, esta versión de su personaje está en una octava más oscura —sumándole la complejidad de tener que lidiar con un compañero que es lo opuesto a él. Juntos crean una pareja-dispareja que se la pasa peleando durante toda la película sin perder su tono en el proceso (Reynolds en la comedia absurda y Jackman con mucha rabia y seriedad). Emma Corrin como Cassandra Nova es una de las grandes sorpresas del cast, yéndose a la otra antípoda de Diana en The Crown, nos regala una versión oscura —y sumamente poderosa— de Charles Xavier con la personalidad ominosa de Hans Landa y la excentricidad de Willy Wonka. Matthew Macfadyen con su actitud pasivo-agresiva de advenedizo ambicioso en el poder nos recuerda a su papel previo en Succession, pero con un toque caricaturesco que lo hace pasar de detestable a divertido en cada interacción. Los cameos —de los que, por razones obvias, no hablaré— están en la medida justa, genuinamente sorprenden por lo inesperados que fueron y, a diferencia de otras películas de Marvel, se integran de forma orgánica en la historia (justificando su aparición más allá del fan service).

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Cassandra Nova (Emma Corrin), la hermana malvada de Charles Xavier es la antagonista de esta historia

Cassandra Nova (Emma Corrin), la hermana malvada de Charles Xavier es la antagonista de esta historia

Una sola película no puede cargar bajo sus hombros el peso de “revivir” un universo cinematográfico de cientos de horas ni mucho menos enmendar los desaciertos de otros títulos que poco —o nada— tienen que ver con ella. A pesar de esto, Deadpool & Wolverine funciona como una alegoría de los últimos tumultuosos años de Marvel Studios al enseñarnos que nunca es tarde para enmendar los errores y comenzar de cero. Aunque se nos vende como una bisagra para que Deadpool y otros personajes que pertenecían a 20th Century Fox formen parte de Disney, la película termina siendo un homenaje auto consciente al mundo de los superhéroes y las maravillas que pueden hacer para ganarse nuestro corazón. Llevando el discurso meta cinematográfico a niveles insospechados y poniendo el foco en la búsqueda de redención, el guión lleva al límite el concepto del multiverso para darle una segunda oportunidad a aquellos que nunca la tuvieron —como los parias y “descartados”—demostrando que la heroicidad es solo cuestión de elección y recordándonos que a veces ayudando a otros a encontrarse podemos encontrarnos a nosotros mismos.

Lo mejor: su humor políticamente incorrecto y que mete el dedo en la llaga en todos los desatinos de Disney y Marvel Studios. La química entre Ryan Reynolds y Hugh Jackman. Los cameos y su funcionalidad dentro de la historia. Las secuencias de acción.

Lo malo: como ya es costumbre con todas las producciones de Marvel Studios, necesitas tener unas cuantas horas de background para entender todas las referencias. El personaje de Cassandra Nova es fascinante y tiene muy poco tiempo en pantalla.

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Deadpool (Ryan Reynolds) y Wolverine (Hugh Jackman) se embarcan en un viaje de redención, comedia y mucha acción

Deadpool (Ryan Reynolds) y Wolverine (Hugh Jackman) se embarcan en un viaje de redención, comedia y mucha acción

Sobre el autor:

Luis Bond es director, guionista, editor y profesor. Desde el 2010 se dedica a la crítica de cine en web, radio y publicaciones impresas. Es Tomatometer-approved critic en Rotten Tomatoes (https://www.rottentomatoes.com/critics/luis-bond/movies ). Su formación en cine se ha complementado con estudios en Psicología Analítica profunda y Simbología. Es co-host del podcast Axis Mundi donde profundiza en el análisis fílmico, la literatura, la psicología y los lenguaje simbólicos.

Twitter (X), Instagram, Threads, TikTok: @luisbond009

Web: www.luisbond.com

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