jueves 28  de  marzo 2024
OBITUARIO

Difícil avance de la Justicia a 45 años del asesinato de Víctor Jara 

Gracias a la investigación judicial del juez Miguel Vázquez, que recién en julio pasado condenó a nueve ex militares por el crimen de Jara, se ha podido aclarar buena parte de las circunstancias de su muerte

SANTIAGO DE CHILE.- A primera hora de la mañana del 16 de septiembre de 1973, en un terreno baldío y a pasos de una línea férrea, en la zona sur de Santiago de Chile, los pobladores del sector encontraron seis cadáveres, uno de los cuales era el del cantautor, director de teatro y militante comunista Víctor Jara.

A 45 años de su asesinato, aún no ha sido posible establecer el día de su deceso. Pero gracias a la investigación judicial del juez Miguel Vázquez, que recién en julio pasado condenó a nueve ex militares por el crimen de Jara, se ha podido aclarar buena parte de las circunstancias de su muerte. Esta se produjo días después del golpe de Estado del 11 de septiembre, encabezado por Augusto Pinochet, que derrocó al Gobierno socialista de Salvador Allende.

El cuerpo de Víctor Jara, al igual que los demás cadáveres hallados, fue trasladado hasta la morgue capitalina, el Servicio Médico Legal, donde se acumulaban los restos de las primeras víctimas de la dictadura. Un joven funcionario, Héctor Herrera, reconoció al autor de “Plegaria a un labrador” y “Te recuerdo Amanda”.

Poniendo en riesgo su vida, averiguó la dirección de la casa donde Jara vivía con su esposa, Joan, y sus hijas, Manuela y Amanda, y fue personalmente a avisarle a la mujer para que pudiese reconocer su cuerpo y darle sepultura. De no haber sido por esta acción, el cadáver de Víctor Jara habría ido a parar a una fosa común como NN y hoy figuraría en las listas de detenidos desaparecidos.

La mañana del 11 de septiembre, Víctor Jara, de 40 años y miembro del comité central de las Juventudes Comunistas, al enterarse de que había un golpe de Estado en curso, se dirigió a su lugar de trabajo, como había ordenado la Central Única de Trabajadores (CUT). Por ese motivo él fue a la Universidad Técnica del Estado (actual Universidad de Santiago), donde tenía programado cantar esa mañana. Él adhería públicamente al Gobierno de Allende y sus letras reflejaban ese compromiso.

Allí se enteró de la muerte del presidente Allende y del triunfo de los golpistas encabezados por Pinochet. Y ahí pasó la noche, junto a decenas de personas, mientras la universidad era sitiada por los militares. En la mañana del 12, los uniformados tomaron el recinto después de efectuar disparos de distinto tipo contra la sede universitaria.

Profesores, estudiantes y personal administrativo que se habían mantenido al interior del centro de estudios fueron llevados detenidos, al igual que Víctor Jara, hasta el Estadio Chile, a unas pocas cuadras de ahí. Pero al llegar el artista al lugar fue reconocido por los militares que estaban en el acceso del recinto deportivo y fue “agredido verbal y físicamente”, dice el fallo judicial.

En un comienzo Jara permaneció en las graderías del estadio, pero tal como ocurrió con otros prisioneros de cierta connotación pública, se le apartó del resto, se le asignó custodia especial y fue sometido —según la sentencia del juez Vázquez— a “constantes y violentos episodios de agresión física y verbal” por parte de los militares. Se le aplicaron torturas físicas, “siendo los golpes más severos aquellos que recibió en la región de su rostro y en sus manos”, según el escrito judicial.

El 15 de septiembre se organizó el traslado de todos los prisioneros del Estadio Chile al Estadio Nacional, sede entre otros hitos de la final de fútbol del Mundial de 1962, pero que en esos días se había convertido en un centro de detención y tortura.

Sin embargo, Víctor Jara y el ex director del Servicio de Prisiones Littré Quiroga fueron apartados del grupo y llevados al subterráneo del Estadio Chile, al sector de camarines. No se sabe bien cuánto tiempo transcurrió, y si era la noche del día 15 o en las primeras horas del 16, cuando Jara y Quiroga fueron asesinados. Poco después los cuerpos fueron sacados del estadio y arrojados en el sitio donde los encontraron los pobladores.

El informe de Verdad y Reconciliación detalló que “el cadáver de Jara, con manos y rostro muy desfigurados, presentaba 44 orificios de disparos” y lo puso como “ejemplo de ensañamiento en la ejecución” por parte de los militares.

Durante 36 años los restos de Víctor Jara estuvieron en un nicho en el Cementerio General, donde fue sepultado casi en forma clandestina por su viuda prácticamente en soledad, antes de salir con sus hijas al exilio. La tumba tenía una humilde e improvisada lápida donde se escribió “Víctor Jara, 14 septiembre 1973.”

Pero en diciembre de 2009 Jara fue exhumado, se le realizó un funeral multitudinario y sepultado en una tumba donde se puede leer “Víctor Jara Martínez. 1938 - Septiembre - 1973”. Además, desde 2003 el lugar donde fue asesinado el autor de “Luchín” y Manifiesto” lleva el nombre de Estadio Víctor Jara.

Tras las condenas de julio pasado, la batalla de la familia del artista asesinado por lograr justicia se mantiene, porque aún se aguarda la eventual extradición desde Estados Unidos del ex teniente del Ejército Pedro Barrientos, señalado por la Justicia chilena como autor del homicidio de Jara. Barrientos ya fue declarado culpable en 2016, en una demanda civil ante un tribunal federal estadounidense, de los cargos de tortura y homicidio extrajudicial de Víctor Jara.

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