MIAMI.- Para quienes leen cuentos infantiles a sus pequeños, las imágenes coloridas, los rostros sonrientes y las situaciones divertidas son elementos comunes. Sin embargo, la vida no es, todo el tiempo, color de rosa. Con su cuento Mamá está triste, la actriz, productora y escritora cubana Jennifer Rodríguez se ha inspirado en el dolor cotidiano y en su maternidad para mostrar, con honestidad, el interior de un hogar.
El libro, publicado en 2021, tiene una preciosa curaduría visual a cargo de la ilustradora irlandesa Maeve Haslett. En sus páginas hay una paleta de colores apastelados, flores, un gatito, corazones, libros, amor, pero también lágrimas, porque para la autora la vida es un conjunto de emociones, y todas cuentan.
“Cuando una mamá está triste hay un junco en el río que no quiere beber agua, una nubecita queda atrapada en un espejo, un ovillo de lana se enreda en todos los sitios posibles, ningún perro ladra a la luna, ninguna luna se desliza, luminosa, sobre la eternidad atrapada en un lago, el agua no adapta la forma del vaso ni el vaso quiere para él toda la sed del mundo”, dijo el poeta, escritor y dramaturgo Carlos Pintado al describir el libro.
Dijo, además, que Jennifer “nos enseña que una madre está hecha de una filigrana muy bella y única pero también frágil e inexplicable, y que debe ser cuidada como una bitácora o como el irresistible mapa de un tesoro”.
Mamá está triste, un gesto para normalizar la tristeza
¿Qué sentía la autora el día en que escribió el cuento? “Me pregunta mucha gente si ese día yo estaba triste”, dijo Jennifer a Diario Las Américas. “Por supuesto, como mamá, he estado triste un montón de días, porque ser mamá es dificilísimo. Pero ese día estaba escuchando algo sobre la depresión, también tuve un familiar que estuvo deprimido un tiempo, entonces todo eso se me quedó en la cabeza”, comentó.
“La tristeza es un tema difícil de abordar, y con niños mucho más. Los padres siempre le queremos decir las cosas alegres, bonitas, y les queremos evitar ese tipo de cosas que no son tan bonitas. Pero no nos damos cuenta de que los estamos alejando de eso, y en la medida que lo conozcan lo van a poder superar cuando lo sientan”, explicó.
Por eso suele decir que “la tristeza es un color en la paleta de colores. Pon tú que sea la sombra, pero igual es importante para que se vea la luz. Es importante que el niño sepa cómo está, si se siente triste; y en las madres también, por otro lado. A veces somos súper poderosas, no nos podemos enfermar, estar tristes o quejarnos porque tenemos demasiadas cosas encima y muchas veces somos el pilar de la familia. Y eso es también un cariñito a las mamás: ‘oye, está bien si estás triste un día, ok, tómate tu tiempo, que tu familia te acompañe en tu tristeza y ya está’”.
Entre líneas, Jennifer dejó pequeñas joyas escondidas, quizás para nosotros los adultos, pero muy visibles para la pureza de los niños. Los juegos caseros, esos ratos en el hogar que parecerían triviales como la hora del baño o los momentos antes de dormir, son aquí potentes declaraciones de amor entre padres e hijos. No extraña entonces que además de la acogida de los lectores pequeños, este libro sea un regalo que los hijos hacen a sus padres, como una forma de agradecerles por tanto.
“El libro ha tenido una aceptación súper bonita, estoy muy contenta porque a los niños les está gustando. Los niños que lo han leído lo entienden perfectamente; cada niño hace su propia película, hace su propio final, y eso me encanta. A veces los adultos me preguntan por qué mamá está triste, y los niños no me hacen esa pregunta. Ellos lo deducen, al final tienen un nivel de comprensión mucho más grande que nosotros los adultos”, detalló la autora.
Definió como “un regalo lindo del libro” el hecho de que lo están comprando los adultos para sus padres, “como una manera de agradecerle a sus padres por su crianza, por su compañía y enseñanzas”.
Al profundizar en el tema de la tristeza y la depresión, Jennifer hizo hincapié en la importancia de enfrentar los tabúes en torno al rostro no tan feliz de la maternidad o la paternidad. De ahí que haya apuntado también a la salud mental de las madres. Como notó, “está bien soltar a cada rato, es necesario, de hecho”.
Por otro lado, es un llamado a ser más conscientes de la inteligencia emocional. “La mayoría de las veces a los niños en las escuelas les hablan de matemática, español, pero no les enseñan a procesar sus emociones y a afrontarlas, a ser más empáticos”, acotó.
Puede encontrar el libro en mamaestatriste.com.