jueves 12  de  diciembre 2024
LETRAS

Rosie Rivera reivindica su voz a través de la literatura

Rivera decidió plasmar parte de su vida en el libro "Mis Pedazos Rotos" y de esta manera iniciar una campaña de concientización

Rosie Rivera tuvo una adolescencia difícil, marcada por el abuso sexual que sufrió, y también por un dolor que tiempo después convirtió  en una herramienta de ayuda para otras personas, que atravesaban por la misma situación.  

“A los 25 años fui sanada del trauma y el dolor de toda mi adolescencia, pero sentía que tenía un gran secreto en mis manos y que iba a ser egoísta al no compartirlo con personas que pudieran haber experimentado lo mismo que yo, por lo que comencé a hablar en la iglesia, en reuniones y en lugares en los que me diera la oportunidad”, expresó Rivera a DIARIO LAS AMÉRICAS.

Después de iniciar esta tarea, Rivera decidió plasmar parte de su vida en el libro Mis Pedazos Rotos y de esta manera iniciar una campaña de concientización.

(CORTESÍA)

“Tenía temores de revelar todas las verdades por miedo al qué dirán, pero ese miedo lo convertí en paz a través de las oraciones.  Puse por delante de todo mis deseos de ayudar a las mujeres que fueron abusadas de niñas, y también de cambiar la estadística, que actualmente revela que una de cada cuatro infantes sufre abuso sexual”, agregó.

Para ella, más que algo comercial, esta obra refleja una nueva etapa en la que puede comenzar a vivir plenamente.

“Este libro es el comienzo, es como una biografía de mi vida que se enfoca en el abuso sexual, pero definitivamente en el primer paso para adentrarme en el mundo de la autoayuda. También tengo planeado hacer pequeños devocionales sobra la paz, el perdón y el agradecimiento”, comentó.

Rivera tiene una tarea esencial: hacer que las mujeres tomen el control de sus vidas y aprendan a defenderse.

“Alzar tu voz es recuperar el poder y la identidad. Es muy importante hacerlo para ser una imagen para otras personas que tienen temores, los cuales entiendo porque los he sentido.  Tardé nueve años en decirle a mi hermana lo que estaba pasando, y otros nueve más para poder sanarme. Es un proceso largo pero imprescindible para la salud emocional y espiritual”, acotó.

(CORTESÍA)

De la mano de su organización Sister Samalia, Rivera apoya a las mujeres que han sido víctimas de abuso sexual y tráfico humano.

“A veces es más fácil comunicarse con alguien que no te conoce y contarle la verdad. Por eso nuestra institución ofrece ayuda para que las mujeres empiecen a hablar y den el primer paso de recuperar su voz”, aseveró.

Sobre su sanación y la vida que ahora tiene, se mostró muy contenta.

“Estoy viviendo la vida de mis sueños. Yo pensaba que nunca iba a encontrar esta estabilidad. Primeramente porque en los 80 nadie se iba a casar con una mujer que no fuera virgen. Después porque tenía tantos problemas que pensaba que nadie me iba a querer, pero afortunadamente el tiempo de Dios es perfecto y ahora estoy disfrutando de mi familia”

Rivera goza de una vida normal, y se siente libre de aconsejar a sus hijas para que aprendan la diferencia entre el bien y el mal. 

“Disfruto a mi esposo, y ser madre sin el temor de que a mis hijas les pasara lo mismo que a mí. Pero ya no vivo con eso, ahora sé qué hacer para protegerlas y eso me vuelve una mujer plena y completa”, acotó.

(CORTESÍA)

Para ella, la educación que las niñas reciben en casa es uno de los factores principales para que aprendan a protegerse.

“Tener una comunicación muy abierta, hablar del sexo desde temprano y construir un puente entre madre e hija en el que la información fluya. Creo que también algo importante es enseñarlas a amar sus cuerpos ya sean flaquitas o gorditas,  y a valorarse por lo que son. Es importante hablarles de todo lo que las rodea y mostrarse interesada por sus temas de conversación”, expresó.

Con respecto a la inesperada partida de su hermana Jenni Rivera, la autora confesó que es un episodio de su vida que siempre tendrá presente.

“Ha sido lo más difícil y doloroso de mi vida. A veces me levanto en la mañana y le pido a Dios que me ayude, porque enfrento una tarea muy grande y son una humana común. Ser la albacea de Jenni es algo muy grande, porque además que requiere lo mejor de mí, es un asunto de dominio público.

(CORTESÍA)

Aunque aún es doloroso para ella, cada día es una oportunidad para sanarse.

“Aunque estoy un poquito mejor, sigo en proceso de sanidad por la pérdida de mi hermana. No sé cuánto tiempo durará porque sigo llorando en las noches, pero saldré adelante poco a poco”, reveló.

Sobre su experiencia de abuso sexual, le queda olvidar lo malo y concentrarse en el bien que podrá hacer a partir de esa vivencia.

“Ver mi pasado y saber que he sobrevivido a cosas terribles, me da la fortaleza para transformar esa dolorosa experiencia en una herramienta útil para hacerme más fuerte y poder cumplir con la encomienda que tengo sobre mis hombros”, concluyó. 

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