sábado 5  de  julio 2025
CINE

The Exorcist: Believer. El juego doble del diablo y la separación

The Exorcist: Believer es, de lejos, la apuesta más arriesgada de David Gordon Green como director. Alejándose del homenaje que practicó en la trilogía de Halloween y apostando por una mayor libertad creativa

Diario las Américas | LUIS BOND
Por LUIS BOND

Desde un punto estrictamente tradicional, el símbolo es aquello que nos sirve para unir los opuestos, reconciliar las paradojas y reunir todo lo que está disperso. Es por eso que sirve como la vía regia para transmitir enseñanzas en las religiones que, dicho sea de paso, etimológicamente vienen de del latín re (intensidad) y ligare (ligar). En la otra antípoda, diablo viene del griego diabolos que se asocia con las mentiras y la separación. De esta forma, teóricamente hablando, la religión serviría como un puente para conectar con la divinidad y la trascendencia mientras que lo diabólico es aquello que busca es separar a través de mentiras. Esta máxima ha sido la base de todas las películas de posesiones que hemos visto donde el fin último de los demonios será sembrar dudas en la fe de aquel que practica el exorcismo para romper su “ligazón” con la divinidad.

Sin lugar a dudas, cuando pensamos en la palabra exorcismo lo primero que nos viene a la mente es el clásico de 1973 The Exorcist, una película que marcó un hito en la historia del terror y que serviría de molde para cientos de largometrajes que seguirían en su estela. Más allá de sus 10 nominaciones al Oscar (y el haber ganador mejor guion), la obra maestra de William Friedkin tuvo tal alcance en la cultura pop que 50 años después todavía seguimos viéndola reverenciada, parodiada o comentada en todo tipo de historias. Acercarse a un clásico del terror de tal magnitud para sacar más entregas siempre será nadar a contracorriente. Para muestra un botón: las secuelas que la precedieron, a pesar de tener un par de momentos brillantes, nunca se pudieron comparar con el material original. Es por eso que esta nuevo capítulo, The Exorcist: Believer (El exorcista: creyente) decide alejarse lo suficiente del material original para contar una historia diferente, pero manteniendo algunas conexiones con el universo y así ostentar el nombre de la franquicia (para bien y para mal).

Ambientada en el mismo universo que The Exorcist (pero borrando sus secuelas), la historia se centra en Victor Fielding (Leslie Odom Jr.), un fotógrafo viudo que está dedicado a cuidar a su hija Angela (Lidya Jewett). Como toda pre-adolescente, Angela está llena de inquietudes y, particularmente, desea conocer más sobre su difunta madre lo que genera roces con Victor que, en la otra antípoda, no desea hablar de este tema tan doloroso. Las cosas se complican cuando un día como cualquier otro Angela y su mejor amiga Katherine (Olivia O´Neill) se internan en el bosque para hacer una especie de ritual que las conecte con el más allá. Un experimento que las hará perderse por varios días y volver aparecer con una extraña condición que despertará el pánico de Victor y los padres de Katherine, Miranda (Jennifer Nettles) y Tony (Norbert Leo Butz).

Escrita por David Gordon Green (George Washington, Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends) y Peter Sattler (Camp X-Ray) basados en la idea original de Scott Teems (Insidious: The Red Door, Halloween Kills), Danny McBride (Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends) y David Gordon Green, The Exorcist: Believer toma un par de referencias del mundo creado por William Peter Blatty (The Exorcist), pero se aleja por completo tanto del setting de su fuente original como del registro dramático que la hizo tan peculiar. Mientras que la obra maestra de William Friedkin se enfocó en el drama de una madre angustiada por su hija poseída, una disertación sobre la fe y una puesta en escena casi claustrofóbica (creando como resultado un mood enrarecido que busca perturbarnos más que asustarnos), esta nueva entrega se va al otro extremo para generar un contraste que la diferencie por completo de la versión de 1973. Es así como en vez de una niña poseída ahora tenemos dos, pasamos de una casa donde se desarrolla el grueso de los conflictos a múltiples locaciones, cambiamos a una madre con una confesión religiosa a dos familias con diferentes posiciones ante la fe (la de Katherine cristiana y la de Angela mitad atea, mitad Yoruba), pasamos de una lucha —casi personal— entre el demonio y el exorcista a un ritual colectivo y sincrético donde la resolución del conflicto recae sobre los padres de las niñas y no sobre aquel que intenta expulsar al demonio. Decisiones que sirven para potenciar el tema que The Exorcist: Believer plantea: en la dualidad y multiplicidad está la separación que nos aleja de Dios y nos acerca al diablo.

A pesar de las diferencias en el guion y en la puesta en escena (que la hacen brillar), The Exorcist: Believer intenta crear puentes con la primera entrega (que la hacen fallar), como utilizar a Chris MacNeil (Ellen Burstyn) para resolver parte de la trama o forzar algunas referencias dentro de la historia para conectar con Regan (Linda Blair). El resultado termina siendo un guion irregular donde el primer acto (el drama de unos padres intentando recuperar a sus hijas) y el segundo acto (la angustia de una comunidad frente algo que se escapa de su comprensión) están bastante sólidos, pero que trastabilla en el tercer acto donde tenemos un exorcismo que no está ni a la altura de la original ni al de otros referentes del género (como The Exorcism of Emily Rose, Deliver Us from Evil o The Rite). Sin embargo, la vuelta de tuerca que resuelve todo el conflicto hace que la película llegue a un final satisfactorio que dejará a todos en la sala con una sensación de desasosiego (omitiendo el epílogo que obedece más al fan service que a la historia).

Embed - The Exorcist: Believer | Official Trailer

Dejando a un lado a sus detractores, la dirección David Gordon Green (George Washington, Pineapple Express, Your Highness, The Sitter, Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends) hace un trabajo interesante. A diferencia de su trilogía de Halloween (donde intentó homenajear en cada entrega el material original), en The Exorcist: Believer se aleja bastante de las bases que sentó su predecesora. Acá tenemos una especie de drama familiar que se cuenta usando como telón de fondo un suburbio con calles tranquilas, hogares sacados de una postal y todos los lugares donde hace vida una pequeña comunidad (escuela, hospital, iglesia, bosque, etc). Esto le permite al director insertar en cada espacio seguro y acogedor la presencia maligna encarnada en dos niñas que se debaten entre la visión religiosa y científica de sus familias a la hora de enfrentarse al mal que las posee (excusa para poder saltar, al mismo tiempo, del drama al suspenso y soltar uno que otro jump scare en cada escena). Por supuesto, la impronta de Gordon Green sigue presente como el juego con el espacio fuera de cámara, la ambigüedad de las sombras y la aparición sorpresiva en cuadro de una amenaza que no veíamos venir.

Como en todos sus trabajos, la cinematografía de Michael Simmonds (Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends, Nerve, Project Power) se luce creando atmósferas ominosas sin importar la locación en la que estemos (destacándose, especialmente, en los lugares donde el claroscuro domina). Como en la trilogía de Halloween, Simmonds logra cuadros bien compuestos, iluminados y cuidando cada detalle de su estética, un nivel de detalle que no solemos conseguir en el terror convencional y que, sin lugar a dudas, suben la barra de la historia. Al mismo tiempo, el cinematógrafo no se ve tentado a perder su impronta y no busca emular ni un poquito a The Exorcist. El montaje de Timothy Alverson (Halloween, Halloween Kills, Halloween Ends, Insidious: Chapter 3, Sinister 2, Insidious: The Last Key, Orphan, Unknown) es bastante funcional, guiándonos por los vericuetos de la historia, pasando de un registro a otro sin problema y sabiendo cómo construir tensión y distribuir unos cuantos jump scare que funcionan bastante bien.

Las actuaciones es otro de los apartados sólidos de The Exorcist: Believer, Leslie Odom Jr. hace un magnífico trabajo interpretando a un padre desesperado y estoico que intenta ayudar a su hija. Jennifer Nettles y Norbert Leo Butz funcionan como padres preocupados, pero no tienen tanta fuerza como su homólogo. La dupla de de Lidya Jewett y Olivia O´Neill está maravillosa y aterradora (más allá del maquillaje), haciendo una muy buena transición de niñas tiernas a endemoniadas. Ann Dowd, como en otras historias de terror, se mueve como pez en el agua en su papel de monja desertora. La breve aparición de Ellen Burstyn está muy potente y lo único que lamentamos es no poder haber visto más de ella en pantalla. Los otros personajes (como el amigo de Leslie Odom Jr., los curas, la santera, los policías, etc) funcionan el rato que están en pantalla, pero terminan transformándose más en fichas que se mueven para el desarrollo de la trama que en actuaciones puntuales y memorables.

The Exorcist: Believer es, de lejos, la apuesta más arriesgada de David Gordon Green como director. Alejándose del homenaje que practicó en la trilogía de Halloween y apostando por una mayor libertad creativa, posiblemente este sea su largometraje “bisagra” para ajustar la brújula de su carrera y llevar su siguiente historia a un puerto más sólido. Dejando a un lado a sus detractores y a pesar de lo alejada que está de la fuente original, The Exorcist: Believer sigue manteniendo el núcleo que animó a su predecesora: la lucha arquetípica entre el bien y el mal, la fuerza del amor como principio de unión sagrado entre padres e hijos, la necesidad de tener una fe inquebrantable frente a la presencia de algo que nos supera y nuestra capacidad —o no— de hacer sacrificios por el bien mayor. Alejándonos del elemento paranormal que suele ir en detrimento de lecturas un poco más profundas, la historia nos hace reflexionar sobre el peso de nuestras decisiones, el egoísmo como el peor de nuestros males y los peligros de querer huir de nuestro pasado (que, tarde o temprano, nos terminará alcanzando). Temas que van más allá de la ficción y que hablan de los verdaderos demonios que habitan en nuestra psique. Entidades que exigen que nos armemos de valor para exorcizarlas, evitando que no posean y nos separen de lo que realmente es importante. Un trabajo diario que requiere fe, amor y valor para crear una ligazón tan fuerte con eso que amamos que ninguna fuerza diabólica pueda separar.

Lo bueno: su premisa que le da un twist a las historias de posesiones que hemos visto. El desarrollo y puesta en escena de su primer y segundo acto. Las actuaciones de Lidya Jewett y Olivia O´Neill. No intenta competir con la primera de ninguna forma.

Lo malo: Las conexiones con la original no terminan de explotarse en términos dramáticos más allá de apelar a la nostalgia. El tercer acto de la película flaquea y, a pesar de la vuelta de tuerca del final, el exorcismo con su propuesta sincrética no termina de funcionar.

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