Recuerdo a Yadiel Hernández jugar en Cuba. Los alaridos en el estadio de Matanzas, los sueños de un campeonato que parecía esquivo, desde los Henequeneros de “Sile” Junco de principios de los noventa. Pero quizás lo más impresionante del antillano sea su disciplina y compromiso consigo mismo, no darse por vencido y trabajar contra viento y marea para conseguir sus sueños.
Desde que firmó con los Nacionales de Washington en septiembre del 2016 nada ha sido fácil para el yumurino. Se lo ha tenido que ganar, como se dice en buen cubano, a palo limpio. Literalmente reventó todos los niveles de las ligas menores, se lució con el madero en ligas invernales dejando un robusto 339 de promedio en su última campaña con el equipo “Hermosillo” de la Liga Mexicana del Pacífico en el 2021.
Recibió la llamada de Grandes Ligas en el 2020 y cumplió su papel. En 139 juegos en la gran carpa el guardabosques ostenta una línea de 284 con 11 cuadrangulares y 50 carreras empujadas, eso sin la titularidad en un principio. Desde la temporada pasada demostró que puede ser un jugador de todos los días. Después del Juego de Estrellas, Hernández asumió el rol titular en el jardín derecho y en esos 62 juegos bateó .286 con siete cuadrangulares y 28 carreras impulsadas.
Esta temporada el patrullero ha sido un bateador clave en el equipo capitalino bateando para un tremendo .371 y con 14 fletadas a la goma.
En conversación con PelotacubanaUSA, Yadiel Hernández dijo: “Sabes que no tuvimos mucho tiempo de Spring Training, pero en el transcurso del mismo lo fui agarrando, cogiendo turnos contra lanzadores. Gracias a Dios he tenido un buen comienzo y hay que seguir luchando para delante.
Pienso que lo más importante es estar saludable, ya tengo un año más como profesional, conociendo cómo funciona este negocio. Estoy súper contento en la manera en que he trabajado mi físico, y tengo que seguirlo haciendo, porque ya yo no soy un muchacho. Le doy gracias a Dios por mantenerme saludable, mientras esté sano, todo va a salir.
Al parecer, Yadiel Hernández es como el vino añejo y se va haciendo mejor con los años: su mejor versión llega a los 34. Sin embargo, conserva las mismas ansias de entregar lo mejor de sí, en el juego que ha sido su propia vida. Su tesón y entrega debieran ser ejemplo para la nueva camada de peloteros de la isla que llegan en busca de trascender en el deporte de las bolas y los strikes. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero nadie dijo que no podía lograrse. Tal como un buen vino para brindar.