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La sacudida al Capitolio con el caso Bob Menéndez va más allá de una batalla judicial
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No es el primero ni será el último, pero la acusación por corrupción presentada esta semana contra el senador demócrata Robert Menéndez tendrá más efecto que el posible fin de su carrera política: la ausencia de su voz en el Congreso de EEUU podría afectar a la política en varios grandes temas.
Menéndez, el hispano con más recorrido en los pasillos del Capitolio, ha sido una pieza fundamental en las relaciones estadounidenses con Israel, un actor clave en la oposición legislativa a las negociaciones con Irán y, además de un bastión de los inmigrantes, un firme opositor de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
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Después de tres años de investigaciones, el Departamento de Justicia de EEUU y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) presentaron esta semana cargos por conspiración, soborno y fraude al servicio público contra el legislador cubano-estadounidense, coincidiendo precisamente con las negociaciones sobre el plan nuclear iraní.
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El senador, pese a compartir colores políticos con el presidente Barack Obama, ha sido firme en sus principios en favor de los israelíes, por lo que nunca vio con buenos ojos un diálogo de occidente con Teherán que supusiera un alivio de las sanciones impuestas por EEUU sobre Irán e hizo uso de su gran influencia para convencer a sus correligionarios al respecto.
La apertura con Cuba
Su efecto sobre el recién inaugurado aperturismo hacia Cuba tiene unos tintes similares.
"La relación entre Menéndez y Obama ha sido al 'nivel de Netanyahu', terrible. Él se opone a la apertura de Obama a Cuba. Y como resultado de su posible condena eliminaría un gran obstáculo en el Senado entre los demócratas", explica a Efe el profesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Iowa Steffen Schmidt.
Antecedentes
El senador republicano por Alaska Ted Stevens fue declarado culpable en 2008 de siete cargos de corrupción, pero su caso fue mal manejado por la fiscalía y finalmente el proceso fue anulado. No obstante, perdió su escaño como resultado del escándalo.
"Al igual que con Stevens, en este caso la Unidad de Corrupción Pública del Departamento de Justicia va tras un senador por recibir prebendas a cambio de favores", compara Schmidt.
"Sin embargo, Menéndez también está acusado de abusar de su poder para ayudar a su amigo con visados y contratos. Hay una sensación de que puede haber más que humo en todo esto, porque su amigo también está bajo sospecha por, básicamente, defraudar al Gobierno federal", concluye.
Las acusaciones apuntan que el legislador ayudó a un amigo suyo, el oftalmólogo multimillonario Salomón Melgen, en una disputa con funcionarios de salud sobre unos pagos con los servicios sanitarios, así como a instar a las autoridades de la República Dominicana a aceptar un contrato con una empresa de seguridad portuaria propiedad del médico.
Según las investigaciones, Melgen habría hecho regalos a Menéndez valorados en hasta un millón de dólares a lo largo de los años, pero el senador ha defendido a ultranza su inocencia, alegando incluso que los cargos responden a una estrategia para "silenciarlo políticamente".
Culpable o no, es difícil que el histórico legislador hispano no salga tocado de toda esta trama pese a contar con el apoyo de la comunidad latina y la confianza de muchos de sus compañeros, que apelan a la presunción de inocencia.