viernes 27  de  septiembre 2024
SECTOR INMOBILIARIO

"Hacer negocios en EEUU es difícil, pero lo es más en Colombia"

Así lo asegura Camilo López, un empresario colombiano radicado en Miami que salió de su país con el propósito de expandir sus negocios, y lo ha logrado. 

Camilo López, presidente de The Solution Group, una empresa especializada en el sector inmobiliario, nació en Bogotá, la capital de Colombia, hace 40 años, es decir, en 1976, cuando esa ciudad no era esa bestia urbana de hoy en la que conviven, en medio de grandes tensiones, un enorme cinturón de miseria, con la sofisticación del consumo y del derroche de sus sectores más pudientes.

Se estableció en Estados Unidos en 1998, en Miami. Salió del país no por motivos de seguridad –como podría pensarse– sino para expandir sus negocios inmobiliarios e invertir en estas tierras. Ha construido proyectos de vivienda en el condado Broward para clase media. Ahora está desarrollando Cassa Brickell, un edificio de apartamentos de lujo y un complejo de oficinas, en Coral Gables, de típica arquitectura mediterránea. “Lo hemos vendido muy bien en Inglaterra, Suiza, Nueva York y en partes de Latinoamérica”, indicó.

A pesar de que lleva más de 15 años haciendo negocios en Estados Unidos, aún le parece difícil navegar por la intrincada maraña de códigos, normas y regulaciones del sector de la construcción. Además, cada municipio es un mundo aparte. No es lo mismo construir en la llamada beautiful city que en el distrito financiero, donde en este momento hay una nueva bonanza inmobiliaria. “En Coral Gables el punto más crítico de nuestro proyecto fue el manejo de la junta de arquitectura de la ciudad, conformado por 7 arquitectos. Ellos revisan todos los proyectos antes de que sean sometidos a los comisionados y el alcalde. Por lo tanto, entra  uno en un campo que es completamente emocional y no racional. Teníamos que cumplir en la fachada con los códigos de la arquitectura mediterránea, pero el interior del edificio es como de los que hay en Park Avenue, en Nueva York”.

Maqueta del proyecto Ofizzina, en Coral Gables. (Á. MATA)

Por el contrario, en Brickell el panorama es por completo distinto: “Es un vecindario totalmente pro urbanizador, por eso en este momento hay como 20 grúas de construcción. Allá se ponen los planos, se cumple con la zonificación y se arranca a construir.[Para esa zona de la ciudad de Miami] No le miran a uno si los balcones están hechos de una manera u otra. Nada”.

El inicio de la historia

El caso de López es bastante sui-generis porque llegó a Estados Unidos con grandes posibilidades de inversión y pudo entender, desde el principio, las particularidades de este país.

Pero para él sigue siendo difícil navegar en el mundo de los negocios. “Por eso uno aquí debe pagar cientos de millones de dólares en honorarios de los abogados. Porque a diferencia de Colombia, aquí todo es un tema legal. Y si uno trata de hacer los negocios como se hacen allá, seguramente habrá problemas”.

Para el edificio que construyen en Coral Gables, con 50 unidades para oficinas,  la empresa de López debió contratar cuatro firmas distintas para resolver diferentes aspectos. Sin embargo, para este joven empresario, “es más difícil hacer negocios en Colombia que en Estados Unidos”.

Y lo explica desde su propia experiencia: “Acá las reglas del juego son claras, a uno no le cambian las normas de los usos de la tierra como allá. Aquí las cosas son más estrictas, se cumplen más,  y si uno se suma a las reglas del juego, el nivel de los negocios es mucho más favorable”.

La dimensión política es otra de las grandes diferencias que López registra entre hacer negocios en un país de Sudamérica y la economía más grande del planeta. “Aquí hemos sido muy claros con los proyectos”, enfatizó. “No nos hemos acercado a los políticos con el fin de que nos den la bendición para las construcciones. Aquí las cosas son más claras, se pueden lograr los objetivos, de entrada te dicen sí o no. En Colombia todo depende de las relaciones que uno tenga con los gobiernos”, explica este constructor quien tuvo, en su ciudad natal, una “infancia muy chévere”, como él la recuerda.

Es decir, de fines de semana de fincas cercanas a la capital, de tierra caliente, donde jugaba tenis, montaba a caballo, un círculo muy cerrado de amigos. Y ya en la adolescencia, salía de las fiestas a las dos de la mañana y se devolvía caminando a la casa, algo que hoy en día se puede hacer, pero con un riesgo muy alto.

Ace for milk 

No es arquitecto, estudió dos años de publicidad, y se dedicó al negocio de su familia, la actividad inmobiliaria. Pero la arquitectura es su pasión al igual que el llamado deporte blanco, que aún juega, muy temprano en la mañana, o tarde en la noche.

En Miami jugar tenis no es un privilegio, no hay necesidad de pertenecer a un club ni existe la figura del “caddy”, es decir, el joven recoge-bolas. “Crecí en ese mundo, de las academias en Bogotá, ese muchacho podía comer sólo una vez al día y hacía raquetas con madera, montaba en un autobús tres horas para llegar al club donde cobraba 2.000 pesos la hora (40 centavos de dólar o menos)”, recuerda López. Y por esa vivencia, decidió crear una fundación que se llama Ace for Milk, “que ayuda a otras 3 fundaciones en Colombia mediante la donación de leche para niños entre los tres meses y dos años. La idea es tener un proyecto que sea sostenible, que dé algo que genere valor y crezca por sí mismo”.

Cree que Miami es una ciudad ideal para criar a los hijos (uno de 7 y otro de 3),  por su clima especial y porque hay todas las oportunidades para practicar un deporte y relacionarse con gente de todo el mundo. El mayor de sus hijos ya compite en torneos de tenis.

Pero extraña a Bogotá. Le encanta su clima frío, la gente, el fútbol, el amor por su patria chica lo lleva a la hipérbole: “A mí me parece que es una ciudad del primer mundo. Puede a que la gente no le guste el ruido o el tráfico, pero allá se puede hacer de todo”.

Del proceso de paz que sigue en este momento del presidente Juan Manuel Santos con la guerrillade las FARC prefiere no hablar en profundidad, pero cree que hay  poca claridad de lo que va a pasar en el corto y mediano plazo. “Las inversiones están en estado de alerta. Creo que todos estamos de acuerdo con la paz, lo que pasa es que toca ver la paz a qué costo. Yo sí creo que en el largo plazo el país se va a ver muy beneficiado pero en el corto plazo es un tema muy complejo”, advirtió.

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