MIAMI.- Malas noticias para el presidente venezolano Nicolás Maduro. Han acabado los días de bonanza para los países productores de petróleo. Los precios internacionales del crudo han caído y ha llegado el tiempo de las “vacas flacas”. Ahora, más que antes, serán visibles las nefastas consecuencias de las políticas económicas de naciones como Venezuela, que despilfarraron los ingresos provenientes de los hidrocarburos comprando influencias en el continente.
Muy a diferencia, como publicamos en esta edición, del caso noruego. El analista en temas de energía para el sector privado, Boris Santos Gómez Úzqueda, asegura que la buena iniciativa de Noruega fue que en los años ochenta creó un fondo petrolero para administrar gran parte de los ingresos por venta de derivados de hidrocarburos.
Pero, sobre todo, amplía el texto, sin importar el partido que esté en el poder, quienes tienen las riendas del país “sólo pueden gastar una cifra menor al 5% del dinero generado por la venta de petróleo y gas”, y han alentado el surgimiento de toda una clase de especialistas en el área para canalizar las inversiones en el sector que, a su vez, serán garantía de la buena marcha de la industria y bienestar para generaciones futuras que, sin dudas, se beneficiarán de esas riquezas.
Maduro, por sólo citar el mayor ejemplo de torpeza económica del llamado Socialismo del siglo XXI, ha hecho exactamente lo contrario: desalentar la inversión en el país, ahuyentar al personal calificado, despilfarrar los grandes ingresos provenientes de los hidrocarburos e hipotecar el futuro de generaciones de venezolanos.
