LEAH SOIBEL
Especial
El reencuentro entre Obama y Netanyahu sirvió para consolidar el empeño de lograr la paz en el Oriente Medio, cuando el terrorismo no parece dar tregua
LEAH SOIBEL
Especial
El apretón de manos entre el presidente estadounidense Barack Obama y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, tras más de un año sin encontrarse, es, sin duda, una gran noticia para quienes llevan el durísimo camino hacia la paz y la estabilidad de Israel y de toda la región del Medio Oriente.
Esta reunión es un hito en el refuerzo de las relaciones entre Estados Unidos e Israel, dos grandes aliados que en los últimos meses parecían distanciarse, sobre todo por el empeño de la Administración estadounidense de lograr un acuerdo nuclear con Irán.
La foto que recoge el reencuentro en La Casa Blanca es simbólica y tiene un gran significado. El primero y más notable es la inequívoca apuesta por la paz en una región tan convulsa como el Medio Oriente. Para Israel, es muy importante el respaldo de Estados Unidos en todos los órdenes para garantizar su seguridad. Y para los estadounidenses es esencial reforzar esta alianza con Israel, ahora que el Medio Oriente está sometido a un proceso de reequilibrio, cuando no un caos, de fuerzas que fortalecen a Irán.
Obama dijo: “Israel tiene el derecho y la obligación de defenderse”. Es una declaración de principios que significa un espaldarazo a las relaciones de ambos países y una voluntad conjunta de trabajar por la paz en la región.
Además, este encuentro llega en un momento particularmente turbulento. Basta decir que, mientras Netanyahu viajaba hacia Washington, un policía jordano protagonizó un tiroteo en un campo de entrenamiento en Amán, en el que mató a dos instructores militares estadounidenses y un sudafricano, justo 10 años después de una serie de atentados yihadistas que asolaron la capital de Jordania, un país aliado de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo islámico.
Todavía no están claras las motivaciones de este ataque, pero casualidad o no, a nadie se le escapa que el terror crece en intensidad en el Medio Oriente.
Hace poco más de una semana se produjo el siniestro de un avión ruso en la península de Sinaí, en Egipto. Hoy se sabe que, con mucha probabilidad, fue un explosivo el que provocó la tragedia, justo en una zona donde células adscritas al Estado Islámico campan a sus anchas.
Mientras tanto, se sigue sustanciando la implicación de Rusia en la guerra de Siria, una situación que potencia la alianza de Putin con Irán. No en vano, se acaba de sellar un contrato para suministrar misiles rusos antiaéreos a Teherán, lo que es considerado como un repunte de la amenaza iraní para los países del Golfo Pérsico e Israel. El tablero del Medio Oriente se está reconfigurando, las potencias regionales suníes y chiíes tienen abiertos múltiples frentes, y esto alimenta un caldo de cultivo perfecto para incentivar a grupos yihadistas como el Estado Islámico por un lado y a las milicias terroristas, muy implicadas en Siria, como Hezbollah.
Este apretón de manos entre Obama y Netanyahu significa mucho más que una imagen sobre la buena sintonía diplomática entre ambos países. Es una alianza necesaria para estabilizar la región y aplacar el terrorismo.
Leah Soibel
CEO y fundadora de Fuente Latina