“En los últimos tiempos, a la lucha de los secularistas contra el cristianismo se ha añadido una transformación sustancial de la propia doctrina cristiana. El cristianismo se seculariza, se convierte en humanismo. Al final, se suicida como religión”. Este fue el contundente diagnóstico de la situación de la Iglesia que hizo el senador italiano Marcello Pera, también filósofo y político de larga trayectoria, en un evento que el pasado 31 de enero reunió a importantes personalidades del mundo político e intelectual en el Senado Italiano.
La conferencia tenía por título “El suicidio de Occidente” y también participaron el Card. Angelo Bagnasco (arzobispo emérito de Génova), Alfredo Mantovano (subsecretario de Estado en la presidencia del Consejo de Ministros de Italia), Marco Invernizzi (director nacional de Alianza Católica) y Domenico Airoma (juez y vicepresidente del Centro de Estudios Rosario Livatino), bajo la moderación de Francesco Pappalardo (jefe de la Biblioteca del Senado).
Es oportuno acotar que tal afirmación del senador Marcello Pera resulta mucho más contundente cuando recordamos que fue coautor de dos libros escritos junto al Papa Benedicto XVI en los cuales ya había advertido el riego del suicidio de Occidente: “La Europa de Benedicto en la crisis de las culturas” (L'Europa di Benedetto nella crisi delle culture, 2005) y “Sin raíces” (Senza radici, 2015).
La asociación Alianza Católica, uno de los promotores del evento, recordó en el comunicado de prensa que “El suicidio de Occidente” no es un fenómeno nuevo: “en 1964 fue el título de un texto escrito por James Burnham, un politólogo estadounidense que pasó progresivamente del trotskismo al conservadurismo, que criticó la ideología «liberal», pues la consideraba demasiado débil frente al comunismo y que, por tanto, provocaba el grave debilitamiento de Occidente, que se manifestó a principios de los años sesenta”.
Casi cincuenta años después, en 2010, en un contexto cultural profundamente cambiado, el título fue propuesto nuevamente para una entrevista del ensayista Luigi Iannone al filósofo conservador británico Sir Roger Scruton, quien denunció cómo el hombre occidental es rehén de una tendencia a negar la propia identidad histórica y cultural, a auto denigrarse y a buscar referencias en un universo no identificado de “nuevos derechos”.
Una tendencia que cada día parece más evidente e indetenible, al punto de llevarnos a una deriva moral que se evidencia en la difusión de la ideología de género y en el desprecio de la familia como núcleo de nuestras sociedades. ¿Cómo contrarrestar esta tendencia? Según los libros escritos por el senador Pera, la respuesta está en la necesidad de regresar a los principios cristianos y sobre todo a la fe católica como factor cultural decisivo para la reconstrucción moral de nuestras sociedades.
Pero ¿está de verdad en riesgo Occidente? ¿Cuáles son sus enemigos y cómo afrontarlos? Para profundizar sobre el tema conversamos con el filósofo Marco Invernizzi, regente nacional del movimiento Alianza Católica y estudioso de la doctrina social de la Iglesia.
¿Por qué hablar del suicidio de Occidente?
Porque Occidente no sólo está amenazado desde fuera, por ejemplo, por el islamismo radical o el despotismo de Rusia o China, sino que también está amenazado desde dentro por la dictadura del relativismo de la que hablaba Benedicto XVI, que penetra en sus universidades, en las editoriales, en la cultura, en el sentido común. Y por eso hoy, por ejemplo, en Estados Unidos en nombre de ‘cancel culture’ se intentan cancelar las raíces de la propia civilización, de la propia historia. Por eso, Occidente no sólo debe mirar hacia afuera, sino que debe protegerse contra los enemigos internos que quieran minar sus bases.
Cuando hablamos de enemigos internos también hablamos de la ideología de género que está calando en las escuelas. ¿Cómo pueden los laicos salvar las raíces católicas de Occidente?
La verdadera receta es única y es decir la verdad, es formar a las personas en la verdad, empezando por los jóvenes y los niños, colocándolos también en ambientes felices, en donde haya una vida auténtica, cristiana y humana. Luego también decir la verdad, en el sentido de juzgar los errores, teniendo cuidado de que los errores existen, el mal existe y hay que denunciarlo, hay que combatirlo. La receta es siempre la misma, el problema es tener el coraje de ir contracorriente, de arriesgar la propia libertad, quizás el proprio bienestar y el propio tiempo para hacer algo que ayude a otros a vivir mejor.
También se dijo en el evento que hay una iglesia débil en la defensa de la verdad, ¿cómo podemos ayudar a la Iglesia?
La Iglesia somos todos nosotros, pero se ha convertido en minoría, por eso no podemos pensar en la Iglesia en los términos, al menos en Italia o en Europa, con los que se pensaba la Iglesia de hace 50 o 100 años, cuando la Iglesia todavía era fuerte. Hoy la Iglesia es una minoría que debe asumir el estilo de las minorías, es decir, el estilo misionero de la nueva evangelización, con la humildad y la conciencia de que la gran mayoría de las personas no piensan bien; que debe sin duda defender sus propios principios, pero también debe ir a recuperar a todas las personas que han sido influenciadas negativamente por este clima, una a una, para intentar acercarlas a Cristo. Se necesita una Iglesia misionera que pueda recorrer ambos caminos, que defienda sus principios, pero al mismo tiempo que no pierda el contacto con las personas que se equivocan o se han equivocado, para reconducirlas a la verdad y a Cristo.
¿Hay esperanza a pesar de todos los enemigos de Occidente?
Sí, la esperanza es un don de Dios, sólo debemos abrir el corazón y entonces entra la esperanza. A lo largo de la historia, Occidente siempre se ha levantado ante todas las tragedias que ha tenido que sufrir; basta pensar en las dos guerras mundiales del siglo XX que estallaron en el corazón de Occidente. Y, sin embargo, en ambos casos, a pesar de las heridas que se produjeron, de los millones de muertes, el Occidente se pudo recupera. Entonces, ¿por qué no debería poder hacerlo también esta vez?