lunes 10  de  febrero 2025
DISTURBIOS VIOLENTOS

Una nueva ola de protestas sociales enciende Túnez

En un escenario que evoca la revolución de 2011, se han registrado enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y jóvenes desempleados que exigen a las autoridades puestos de trabajo

KASERIN.-RICARD GONZÁLEZ
Especial

Una vez más, Kaserín, el corazón rebelde de Túnez irradia aires de revuelta al conjunto del país magrebí. En la última semana, se han registrado enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y jóvenes desempleados que exigen a las autoridades puestos de trabajo. En un escenario que evoca la revolución de 2011, el movimiento de protesta se extendido por toda la geografía del país, incluida la propia capital. En algunas localidades, los manifestantes incendiaron comisarías e intentaron ocupar edificios públicos.

De momento, los disturbios se han saldado con unos de 240 de manifestantes heridos y un policía muerto. Para frenar las protestas sociales, el Ejecutivo decretó el pasado viernes el toque de queda. Desde entonces, ha arrestado a más de 1000 personas

El detonante de las protestas

La chispa que encendió los ánimos en Kasrine fue la muerte de un chico el pasado sábado en el transcurso de una manifestación de jóvenes parados que pedían trabajo. Ridha Yahyaoui, cuyo nombre desapareció de un proceso de selección de un empleo público unos días antes, se electrocutó al subirse a un poste eléctrico. Su sangre aún tiñe los adoquines de la entrada a la sede del Gobiermo de la provincia de Kaserín. La ola de protestas ya es la más intensa desde la revolución que destronó al exdictador Ben Alí en 2011 y desencadenó la primavera árabe. De los países sacudidos por aquellas revueltas, Túnez ha sido el único capaz de culminar su transición a la democracia y aprobar una Constitución que garantiza las libertades individuales.

En Kaserín, unos 300 jóvenes en el paro ocupan desde el pasado martes un edificio anexo de las oficinas del Gobierno regional. Media docena de soldados, metralleta en mano, están apostados en las escaleras de acceso a la oficina del gobernador. En la ciudad, situado a los pies de las majestuosas montañas del Chaambi, se respira una calma tensa. “Nuestra protesta es no violenta. Pero no pensamos movernos de aquí hasta que nos den trabajo a al menos la mitad de nosotros”, advierte Wajdi, un chico de 28 años piel morena y cabello escaso.

Muchos de los presentes cuentan una historia parecida a la de Yahyahoui: promesas de empleo incumplidas, a veces desde mucho tiempo. Hace más de dos años que conseguí trabajo en el gobierno. Mira la fecha! Sin embargo, aún no me lo han dado. Ahora se hace los suecos”, grita en un correcto italiano Abai Badredin, un muchacho de ojos saltones y gruesas cejas. A su lado, Akry, una mujer de 35 años ataviada con el hiyab, espera desde hace 14 un empleo en el ministerio de Sanidad. También ella cuenta con su hoja sellada, que conserva como un tesoro, garantía de un futuro sin estrecheces.

La frustración de largos años en paro se transforma en ira al comprobar que los pocos empleos disponibles se distribuyen a través del nepotismo. “La administración del Gobierno actúa como una mafia. Cuando hay una vacante colocan a sus familiares. Cayó Ben Alí, pero el sistema corrupto que creó continúa vigente”, espeta Badredín. Ibrahim al Omry, un graduado universitario que hace nueve años que busca trabajo en balde, dice que solo una buena mordida puede permitir conseguir un empleo a quienes no cuentan con conexiones. “Si tu familia no es influyente, o eres del partido del Gobierno, al menos tienes que pagar unos 8.000 dinares [unos 4.000 dólares] para acceder a una plaza de funcionario.

Las regiones centrales de Kaserín y Sidi Buzid han sido históricamente marginadas por el Gobierno central. Las estadísticas atestiguan su subdesarrollo crónico: el 27% paro en Kaserin casi dobla la media nacional, el analfabetismo es del 32% por el 12% en todo el país, y solo la mitad de la población tiene acceso a agua potable. “La gente en el centro del país tiene un espíritu rebelde. Las revueltas siempre se inician aquí. Por eso, fue especialmente castigada por el régimen de Ben Alí”, cuenta Lamine Buazizi, un investigador de Sidi Bouzid.

Tras una reunión de urgencia del Ejecutivo, el primer ministro, Habib Essid, pidió el sábado paciencia a la ciudadanía, y se limitó a emplazar a todos los partidos a realizar una cumbre sobre el empleo. Unos días antes, su portavoz había prometido 6.000 nuevos empleos en Kaserín, pero luego rectificó y lo atribuyó a un error de comunicación. Con un déficit de un 5% del PIB y un crecimiento anémico del 1% en 2015, el margen de maniobra del presidente es limitado, sobre todo si pretende cumplir los dictados de austeridad del FMI. “A diferencia del 2011, no pedimos la caída del Gobierno. Sólo queremos trabajos”, insiste Shauki Khadran, graduado en física, mientras sostiene un cartel que reza ““La llave de la libertad = el trabajo”.Los concentrados aseguran que mantendrán su protesta pacífica hasta que el Gobierno garantice empleo a buena parte de ellos.

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