Un claro ejemplo de esta condenable conducta ha sido el del régimen castrista que durante años ha protegido terroristas de ETA, la banda asesina que ha provocado la muerte de más de 800 personas en España, además de otros movimientos guerrilleros latinoamericanos que han sembrado el dolor y el la destrucción por todo el continente
El terrorismo es una lacra de la humanidad que no entiende de fronteras ni países. Son muchas las causas por las que cada día se asesina gente. Hemos contemplado masacres en Oriente Medio pero también en Europa, Estados Unidos o América Latina. Es una lástima que no exista el juego limpio entre los países y que no haya sido posible adquirir el compromiso de no promover lo que no te gustaría que te pasara a ti.
Un claro ejemplo de esta condenable conducta ha sido el del régimen castrista que durante años ha protegido terroristas de ETA, la banda asesina que ha provocado la muerte de más de 800 personas en España, además de otros movimientos guerrilleros latinoamericanos que han sembrado el dolor y el la destrucción por todo el continente.
En un reportaje que publicamos hoy en DIARIO LAS AMÉRICAS, se constata que Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, ha sido también históricamente un protector de asesinos y terroristas. La semana pasada trascendió que el Gobierno de Managua podría dar asilo político o nacionalidad a jefes guerrilleros como Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, máximo jefe de las FARC, a Iván Márquez y otros destacados terroristas colombianos, implicados en atentados y asesinatos pero también en el cultivo y tráfico de cocaína.
Nos encontramos ante una nueva evidencia de que la democracia está en horas muy bajas en muchos países de Latinoamérica entre las naciones que representan la izquierda bolivariana. Si la acusación de ser un narcoestado planea sobre Venezuela, estos datos sobre Ortega y sus contactos con las FARC podrían confirmar el desprecio de estos gobernantes por el estado de derecho.
La oposición política y la justicia del país centroamericano deberían tomar cartas sobre estos asuntos que dejan en tan mal lugar a Nicaragua.
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