martes 11  de  noviembre 2025
OPINIÓN

¿De qué lado estaría hoy el señor Smith?

La diplomacia de Trump prioriza la fuerza sobre la negociación, con tensiones en Ucrania y Gaza, mientras Europa busca contrapeso con una fuerza de paz

Diario las Américas | SONIA SCHOTT
Por SONIA SCHOTT

La expresión "El Sr. Smith va a Washington" viene de la película de 1939 del mismo nombre, interpretada por James Stuart, quien encarna a Jefferson Smith, un novel senador que, inspirado en la democracia estadounidense y sus ideales, llega a Washington para confrontar ese lado oscuro de la política, donde priman viejas estructuras de poder contaminadas por la influencia de elites poderosas. El Sr. Smith fue un éxito instantáneo solo superado por "Lo que el viento se llevó".

El tema es un referente cultural según el sitio web “Senate.gov” y la frase "El Sr. Smith va a Washington" se usa frecuentemente para describir a alguien que encarna el idealismo político y defiende sus convicciones hasta el final.

En el Washington de hoy, se está operando un nuevo estilo de gobernar que usa como filosofía de paz la fuerza para imponer el cambio y donde “el Departamento de Estado tendrá una política exterior que priorice a Estados Unidos”, según La Casa Blanca.

La nueva era diplomática donde el lenguaje duro ha sustituido la construcción de alianzas, una de las características clave de la pasada administración.

Para políticos y diplomáticos veteranos podría parecer un anatema, ya que el arte de gobernar se basa en la persuasión tras bambalinas y los argumentos sutiles como arma de negociación. Sin embargo, el enfoque de Donald Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, es seguir objetivos más audaces en base al ultimátum.

El ejemplo clásico de diplomacia de fuerza fue cuando el presidente Trump confrontó a Volodymyr Zelensky, el líder ucraniano, y lo reprendió por atreverse a cuestionar sus motivos para poner fin a la guerra en Ucrania.

No sabemos el tono de Trump, durante su conversación con el presidente ruso, Vladimir Putin, pero al parecer fue de poder a poder, amistoso.

En cambio, el mandatario ha empleado un enfoque más duro al abordar otros temas, como sugerir que Canadá podría convertirse en el estado número 51 y que tanto Groenlandia como el Canal de Panamá, deberían estar bajo tutela estadounidense.

El mismo enfoque de fuerza ha sido empleado por uno de los enviados especiales más cercanos del presidente, su multimillonario amigo de negocios, Steve Witkoff quien ha asumido dos roles: resolver la guerra en Gaza y negociar la paz en Ucrania. Ambos temas representan desafíos difíciles, pero al parecer Witkoff es un negociador de lo más duro. Aunque hasta ahora, no ha habido resultados pues, Israel regresó a Gaza con tropas y bombardeos aéreos y el acuerdo temporal de alto al fuego con Putin, que cubría los ataques a las centrales eléctricas de Ucrania, ya ha sido violado.

El enfoque de Trump, al tratar directamente con Putin, ha generado al menos la esperanza de un acuerdo de paz para finales de año.

Poniendo sus barbas en remojo, el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Enmanuel Macron, están impulsando la construcción de una fuerza europea para el mantenimiento de la paz, lista para ir a Ucrania en caso de un acuerdo.

Putin ha dicho que nunca aceptará tal iniciativa en Ucrania y en muchos sentidos, parece un ejercicio inútil pero quizás aumente la presión sobre el Kremlin para lograr un acuerdo entre las partes.

En todo caso, la conclusión parece que, no se obtienen siempre los resultados deseados por el solo uso de un lenguaje de fuerza y tomando en cuenta los eventos y sus actores, es bueno matizar el discurso porque, aunque la fuerza es una retórica persuasiva, a veces, más vale maña que fuerza.

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