viernes 7  de  febrero 2025
Venezuela

El "milagro de la caridad oficial"

Desde el Palacio de Miraflores, el gobernante no se percata de la muerte de niños venezolanos a las puertas de los hospitales, mientras edifica a su alrededor un país del disimulo
Diario las Américas | FRANCISCO OLIVARES
Por FRANCISCO OLIVARES

La fila se extendía a varias calles desde el punto de control. La gente trataba de ignorar la cantidad de escombros de la basura expuesta en las aceras de varios días y la laboriosa recolección de desechos que hacía un grupo familiar, con morrales al hombro, para depositar cualquier desperdicio que sirviera para la comida de día. En el punto final de la fila, los funcionarios con la vestimenta de costumbre: franela roja, gorra roja y el distintivo de algún organismo del poder popular, tomaban los datos del desesperado ciudadano que ¡al fin! podría recibir el ansiado documento que lo transportaría a la máxima felicidad. “El carnet de la Patria”.

“De ahora en adelante todo se hará con el carnet de la Patria", decía exaltado Nicolás Maduro en una cadena televisiva al mostrar como un gran éxito que ya 15 millones de venezolanos se habían inscrito para recibir el milagroso documento, a través del cual podrán recibir bonos y alimentos de la mano del Gobierno revolucionario.

Es el “milagro de la caridad oficial”. Al igual que lo describiera el escritor García Márquez en el “Otoño del Patriarca”, Maduro, como aquel dictador militar, que gobernó durante 100 años en una continua zozobra para conservar el poder, y en medio de un país enterrado en la miseria, alimenta a la población con migajas sobrantes del reino que se ha edificado para sí mismo y para los suyos.

Así Maduro, creando su propia fantasía, le dice a la ciudadanía que: “Estamos terminando un año 2017 cabalgando, cabalgando, avanzando, sin que nada nos detenga, avanzando en el rumbo histórico fundado por el comandante Chávez”. Como la fortaleza del Patriarca. Desde el Palacio de Miraflores, el gobernante no se percata de la muerte de niños venezolanos a las puertas de los hospitales, mientras edifica a su alrededor un país del disimulo, en el que fuera del Palacio, una ciudad agoniza en la oscuridad, en el deterioro y bajo el dominio de una delincuencia que acecha en las esquinas.

”Kenyerber Aquino murió de hambre”, narra un reportaje de The New York Times. “Su padre salió de la Morgue del Hospital antes de la madrugada para llevarlo de regreso a casa. Cargó al bebé esquelético a la cocina y se lo entregó a un trabajador funerario que hace visitas a domicilio para las familias venezolanas que no tienen dinero para realizar un funeral. Se podían ver claramente la espina dorsal y las costillas de Kenyerber mientras le inyectaban los químicos de embalsamar”.

Ese es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Una Venezuela que fue ejemplo de democracia y libertad en el continente durante casi 50 años, y un país que recibió a los desplazados de Europa luego de la segunda guerra, a los desterrados del sur del continente por el terror de las dictaduras y el país que sembró de universidades gratuitas de nivel y reconocimiento académico internacional por todo el territorio.

Lo que vive Venezuela es el legado del socialismo del siglo XXI, una fórmula desarrollada durante 20 años en la que se funden dictadura, mafia organizada y comunismo, que ha logrado someter a una ciudadanía a costa del hambre.

Frente a ello, desde otras partes del continente, la ciudadanía reacciona y da ejemplos de democracia. En Chile vuelve a imponerse la libertad, ya no solo de parte de Sebastián Piñera, un liberal que desarrolló su campaña exponiendo la necesidad de preservar las libertades económicas, que el individuo acceda a un buen nivel de vida y sea libre, ya no por las dádivas que ofrece el populismo, sino por su propia capacidad y formación que le permite un a sociedad libre. Pero en Chile los socialistas que resultaron perdedores, y se han alternado en el poder con el sector liberal, han dado prioridad al sentido de la democracia y respetado las libertades individuales. Ambos sectores conviven para una sociedad mejor.

Por esa razón Chile es hoy uno de los más importantes refugios de venezolanos que han escapado del atraso, de la dictadura y del hambre que ha infligido ese mal llamado socialismo.

Mientras en Venezuela se persigue a los disidentes, se encarcelan a los dirigentes, se desconoce al Parlamento, y se le propina la mayor inflación del planeta y la devastación de su economía, en Chile y el resto del continente se avanza en el crecimiento económico y en la defensa de la democracia.

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