La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre Venezuela (“La Misión”), creada en septiembre de 2019, por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas acaba de publicar el inventario de las atrocidades del desgobierno sátrapa quien, con la complicidad de compinches extranjeros usurpa el Poder en nuestra amada nación. El período que cubre el informe se inicia con el fraude electoral del 28 de julio de 2024 y concluye el pasado 31 de agosto, fecha de difusión de tal documento.
“La Misión” presidida por la abogada Marta Valiñas, estaba supuesta a estructurar desde su constitución un staff compuesto por once especialistas. No obstante, los sucesivos recortes presupuestarios la obligaron a trabajar con solo ocho de ellos, llegando en los últos meses a operar nada más que, con un único asistente. Por si fueran pocos sus obstáculos, el desgobierno usurpador le ha impedido el ingreso a Venezuela, ni siquiera a uno de sus “misioneros” de allí que “La Misión” se vio obligada a cumplir infatigables faenas desde la vecina República de Colombia. Hasta que recientemente, tuvo que trasladarse a un tercer Estado que se mantiene en absoluta reserva, a causa de las amenazas recibidas de la referida satrapía.
El contraste con la coludida Corte Penal Internacional, incluidos sus sucesivos Fiscales Jefes, es irritante. Esta última, en 21 años de alarde de holgazanería, de encubrimientos, ha dilapidado USD 2.200 millones y en el caso venezolano, en específico, tiene sus manos vacías de nada que no sea, la sangre tinta de nuestros mártires.
“El Corazón de las Tinieblas”; “Égou: las murallas de la Tierra”; “La vorágine”; “El Conquistador Español del Siglo XVI”; “El Archipiélago de Gúlag” de los autores, J. Conrad, Maryse Condé, José Eustacio Rivera, Blanco-Fombona, y Solzhenitsyn, respectivamente. Tales relatos de las peores atrocidades colonialistas o de corte carcelario son, bucólicos, idílicos, paradisiácos, si se quiere, comparados con los desmanes constatados por “La Misión”.
Según se demuestra en el mencionado informe, las víctimas de la represión del gobierno usurpador, “en el marco de las protestas postelectorales de 2024 se saldaron con los asesinatos de 25 personas”; con alrededor de 2.220 detenciones arbitrarias; con la puesta en marcha de la “sippenhaft” hitleriana, es decir, la implantación sistemática de apresar inocentes, por el solo “delito de lesa revolución” de ser pariente cercano o lejano, de algún opositor; con las desapariciones forzadas, muchas veces por años; con el hacinamiento y las vejatorias condiciones carcelarias en “Tocorón”, “Tocuyito”, “El Rodeo I”, en numerosos reclusorios semisecretos; con las torturas, tratos crueles, inhumanos, degradantes en general; con la violencia sexual y aquí llegamos adonde no quisiéramos haber llegado: que como política de Estado, muchos de tal especie de crímenes se han perpetrado no solo en mujeres adultas, sino con adolescentes y hasta con niñas.
El encubrimiento y hasta la complicidad del postrado sistema de justicia forman parte del elenco de perpetraciones levantado por “La Misión” quien en esta oportunidad, ha tomado el toro de la corrupción por los cuernos. La sedicente Revolución vive para robar y roba para vivir. Ese es su ethos, su verdadera razón de ser. En el escenario específico del Informe que comentamos, se documentan con calidad de página las extorsiones, policiales y hasta judiciales, a cambio de no hacerles a las víctimas, más gravosos sus respectivos tormentos.
Desde el llamado Juicio de Nuremberg fue desarrollada y consolidada la llamada “responsabilidad de mando” que considera que cometen crimen internacional, no solo sus autores materiales, sino, por igual, los superiores y los superiores de los superiores, por omisión de control o supervisión de sus subordinados, por lo que en el caso en estudio, la responsabilidad asciende —incluidos los delitos sexuales— hasta el pináculo de la cadena de mando en la persona del ilegítimo jefe de Estado.
¡El último delito que le faltaba!
@omarestacio