No puedo afirmar que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con su discurso ultra patriótico, directo y muchas veces rudo, dio pie a que los mexicanos dijeran “basta de amenazas y lo que se produce aquí es de buena calidad”.
No puedo afirmar que la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con su discurso ultra patriótico, directo y muchas veces rudo, dio pie a que los mexicanos dijeran “basta de amenazas y lo que se produce aquí es de buena calidad”.
Para quienes no conozcan el significado del concepto, les va la explicación. Según Wikipedia, “la palabra malinchismo, es un término peyorativo de la cultura popular mexicana que se utiliza para caracterizar una conducta de preferencia frente a lo extranjero. El término tiene su origen en La Malinche, una mujer que acompañó a Hernán Cortés durante la invasión por los españoles de lo que hoy es México, entre 1519 y 1521, y a quién ayudó como guía e intérprete. Gracias en parte a la ayuda de esta mujer, los conquistadores fueron capaces de establecer alianzas y pactos para obtener la ayuda de otros pueblos en contra de los mexicas”. Concepto de “acomplejados” diría yo.
Apelando al hacer a un lado el malinchismo, el gobierno de México no pudo haber encontrado un mejor momento para desempolvar la campaña “Hecho en México”. Si bien no es nueva (se utilizó en 1978), podría ser la chispa para que los mexicanos se sientan orgullosos de lo que son, lo que producen y los servicios que ofrecen, en lugar de buscar los productos en el extranjero.
A pesar de que muchos productos mexicanos no tienen que envidiarle a lo producido en Estados Unidos, los empresarios de ese país deben admitir que todavía hay camino por recorrer en materia de calidad. Si bien mucho de lo que produce se exporta, lo que queda para consumo nacional no siempre satisface las necesidades de calidad de los consumidores.
Los pequeños y medianos empresarios necesitan de la confianza de los consumidores internos para abrirse paso en el mercado y fortalecerse ante la asfixia de las grandes trasnacionales. Confiar en la producción del micro y mediano empresario ayudará a su crecimiento, y a generar empleos en el país donde se encuentra.
La era Trump, si bien nos ha mantenido sentados al borde de la silla, es una oportunidad para que los países renueven la confianza en lo propio, dando una segunda mirada a lo que se produce nacionalmente, apoyando a su gente, sintiéndose orgullosos de lo que se hace en la tierra de cada uno.
Viviendo en Estados Unidos desde hace más de 20 años, he descubierto que si bien aquí se producen cosas de mucha calidad, un enorme número de productos fabricados en los países al sur de la frontera también la tienen, solo es cuestión de buscar.
En la tierra donde nací, al igual que en otros países de Latinoamérica, se produce con calidad, solo falta que demos el paso para dejar a un lado el “malinchismo” que durante muchos años ha impactado negativamente la economía de nuestra región.