Nadie en Venezuela puede evadir el tema de la muerte, ya que este narcorégimen de un sadismo evidente hace de ella su gran logro. No podemos obviar el terrible tema, seamos ciudadanos comunes, políticos, periodistas, empresarios. Todos estamos impactados ya que es la muerte la presencia perenne en calles, en hospitales, en protestas. Guarida de asesinos que se han ubicado tanto en las cúpulas del poder político y militar como en las bandas de malvivientes que azotan en cada rincón de esta doliente tierra.
No ha sido durante este nuevo lapso de salvajismo oficial que en mis columnas está el tema, sus estadísticas, su dolor, su aterradora atrocidad lo impone y no denunciarlo me haría cómplice. Muerte, hambre, escasez absoluta de medicamentos vitales. Indefensión del ciudadano, sadismo como estilo de gobierno en pareja con el cinismo son hechos que aparecen desde hace años en cada noticia, columna de opinión, diálogo o entrevista que aborde esta cotidianidad trágica.
Hoy volveré a referir el crimen que se comete desde los organismos que tienen a su cargo la salud pública y nombraré a esa canalla que se ha enriquecido mientras condenaron y condenan a muerte a millones de seres humanos. 16 ministros de Salud o mejor de insalubridad ha tenido este tiempo de oprobio y muerte que ha pretendido mostrarse como una revolución bonita. 16 asesinos culposos que han salido del cargo forrados de dinero mientras insensibles taparon registros de muerte que su maldad generó. Comisarios al servicio de la tiranía cubana, corresponsable de esta malaventura que viste de negro a la que una vez se consideró tierra de gracia.
16 cínicos que conociendo la magnitud de la mortandad la escondieron y siguieron profundizándola. 16 lacras unos civiles y otros militares que en común tienen deshonestidad y malignidad. La última de estas hienas que había ocupado la cartera de salud se llama Antonieta Caporale, esa que como si de larvas hablara ni se inmutó cuando admitió que el año 2016, 11.466 niños y 756 parturientas murieron por falta de insumos y atención médica. Cifras aterradoras que crecen año a año. Antonieta Caporale (destituida el pasado miércoles) que yendo a la etimología de su apellido bien la podemos considerar capataz infame y servil cómplice de esa banda de cubanos castristas que desde servicios y áreas de la salud han efectuado buena parte del saqueo.
La caporal en su último informe dijo que su antecesora, Luisana Melo, otra de las 16 hienas, la información que presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 7 de junio del pasado año era falsa, tanto en lo concerniente a mortalidad infantil y de parturientas como a las epidemias de malaria, difteria, zika, y el resultado de la falta de medicamentos e insumos hospitalarios para tratar el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el VIH. ¿Será por eso que fue destituida y ya tenemos la hiena 17: Luis Salerfi López Chejade?
Pero aquí no se pierde la vida únicamente en hospitales que son morideros inmundos; Por tomar una estadística al azar cito que el año 2015 cerró con 28.000 muertos producto de la violencia que sembró desde aquel mismo 4 de febrero de 1992 el tropero golpista Hugo Chávez y cuya cosecha fue odio y sangre. Cito también los centenares de muertos que el castrochavismo suma a sus inventarios siniestros. Asesinatos de tantos disidentes cuya culpa fue enfrentar a esta pandilla. A 3 años de estar en el poder comenzaron la matanza, y ésta no cesa. Muchos son los verdugos decididos a cubrir sus crímenes pasándose hoy a la oposición y apareciendo como demócratas: uno de ellos Miguel Rodríguez Torres, el mismo que el 4 de febrero de 1992 trató de asesinar a Doña Blanca de Pérez esposa de Carlos Andrés Pérez y también a sus hijas y nietos. El mismo que como ministro de Relaciones Interiores ordenó disparar a matar contra los manifestantes en las protestas del año 2014 que dejaron 41 personas fallecidas y cientos de heridos.
Ese que ahora borra de los perfiles de sus cuentas en las redes sociales consignas castrochavistas, y arengas cargadas de odio quiere que lo veamos como un buen ciudadano que aspira y espera seguir impune y políticamente activo. Y para fortuna de verdugos y hampones una inaudita pretensión de algunos líderes opositores y generadores de opinión pública se hace presente: Quieren convencernos de que estas hienas merecen el perdón y quedarse como si nada sobre los muertos, sobre las lágrimas y sobre la humillación a una nación. ¡No lo permitamos!
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