Cuando hay una transferencia de poder de una administración a otra luego de una elección presidencial, el país se puede volver especialmente vulnerable, una situación que puede ser aprovechada por los adversarios.
Cuando Biden se haya retirado, habrá nuevas oportunidades para que la nueva administración adopte un enfoque destinado a poner fin a las guerras actuales en el Oriente Medio y en Ucrania
Cuando hay una transferencia de poder de una administración a otra luego de una elección presidencial, el país se puede volver especialmente vulnerable, una situación que puede ser aprovechada por los adversarios.
Y es que durante las transiciones presidenciales se producen no solo cambios o rotación de personal, sino que también se puede cambiar el curso de decisiones políticas importantes tomadas con anterioridad.
El caos de la semana pasada sobre el acuerdo presupuestario para evitar un cierre gubernamental demostró una cosa: el presidente electo Donald Trump ha tomado el poder de manera efectiva, aunque todavía falta un mes para su investidura.
El enredo se produjo después de que Trump impulsara su demanda de imponer un límite al techo de la deuda en el acuerdo. Si no, que los cierres "comiencen ahora", según dijo.
Y aunque la exigencia de Trump, asesorado por Elon Musk, la persona más rica del mundo según Forbes, con un patrimonio neto de 343 mil millones de dólares, no se incluyó, el mandatario entrante estuvo en posición de descarrilar el acuerdo que se había alcanzado entre republicanos y demócratas, mientras todos en Washington se preguntaban ¿dónde está el presidente Joe Biden?
No hay duda de que esta será una transición presidencial difícil, aunque los registros históricos todavía destaquen que la de 2020-2021 (Trump-Biden) fue una de las más difíciles de la historia moderna, aunque la peor transición presidencial sigue siendo la de Abraham Lincoln, quien se enfrentó a siete estados separándose de la Unión después de su elección; en contraste, la de Richard Nixon, transcurrió sin inconvenientes.
Las transiciones estadounidenses son más complicadas comparadas con otras democracias en el mundo. Los presidentes electos, tienen solo 11 semanas para estructurar su agenda y su equipo de gobierno.
En otros países “los componentes de un gobierno recién elegido ya están en posición en la forma de un gabinete en la sombra, cuyos miembros han estado sirviendo como oposición leal al gobierno. Cuando un nuevo líder asume el cargo, los miembros del nuevo gabinete están disponibles de inmediato. En Estados Unidos, sin embargo, un presidente recién elegido debe formar rápidamente su gobierno, eligiendo a cientos de ciudadanos privados para que sirvan en su administración”, según, Stephen Hess, del Brookings Institution.
En todo caso, mientras el país espera la llegada de Trump con una mezcla de expectativa, ansiedad, curiosidad y esperanza, para el resto del mundo es un momento crucial, dados los dramáticos cambios que se anticipan.
Entre las primeras situaciones que enfrentará la nueva administración será resolver la creciente amenaza que representa el presidente, Vladimir Putin, quien recientemente retó a Estados Unidos a una suerte de “duelo” de misiles, aunque añadiendo que estaba listo para una reunión con Trump.
Por lo pronto, dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se está discutiendo sobre la urgente necesidad de prepararse ante la posibilidad de una guerra con Rusia, en los próximos años.
Así que, si Trump cree que puede poner fin a la guerra en Ucrania tan pronto como asuma el cargo, entonces debiera ir un paso más allá para evitar que el Kremlin inicie una guerra con Europa.
Si ambos lideres acuerdan una cumbre será el momento ideal para reestructurar las relaciones con Rusia y desarmar los espíritus de guerra.
Durante la administración Biden, las relaciones con Moscú se tornaron aún más complicadas por la invasión rusa a Ucrania, en 2022.
Ahora, después de casi tres años de destrucción y muerte, la retórica de Moscú se ha tornado más beligerante, pero Trump podría ser la persona que represente ese cambio necesario para reducir la amenaza.
Cuando Biden se haya retirado, habrá nuevas oportunidades para que la nueva administración adopte un enfoque destinado a poner fin a las guerras actuales en el Oriente Medio y en Ucrania y prevenir las que podrían venir.
La caída del presidente Bashar al-Assad de Siria ha abierto oportunidades para un liderazgo más positivo en un país desgarrado por la guerra civil por más de una década.
Aunque los diplomáticos de la administración Biden han iniciado reuniones con los nuevos líderes en Damasco, será el 47º presidente quien coseche los beneficios, si se logra la paz en Siria.
Si eso sucede, entonces tal vez 2025 sea un año de optimismo y de cambios positivos. Esperemos que así sea.