martes 19  de  marzo 2024
COLOMBIA

Candidato colombiano: "Mi familia es conservadora hace 110 años"

El aspirante presidencial Enrique Gómez Martínez es sobrino del asesinado estadista Álvaro Gómez Hurtado y nieto del expresidente Laureano Gómez; cuestiona la polarización electoral
Por DANIEL CASTROPÉ

MIAMI.- Su tío, el estadista conservador Álvaro Gómez Hurtado, uno de los más reconocidos líderes políticos de Colombia en el siglo XX, asesinado presuntamente por las FARC en 1995, es el inspirador de la campaña por la presidencia colombiana del abogado Enrique Gómez Martínez.

A nombre del partido de Salvación Nacional, con el que Gómez Hurtado intentó llegar a la Casa de Nariño, sede del gobierno colombiano, en tres ocasiones, el también nieto del expresidente Laureano Gómez (1950-1951) ha sido uno de los últimos en someter a consideración del electorado una propuesta que considera “netamente conservadora”, “porque mi familia y yo somos conservadores desde hace 110 años”.

Gómez Martínez cuestiona abiertamente la corrupción electoral y califica de “mala visión” la propuesta “de [Gustavo] Petro”, así como el “mensaje chabacano [grosero]” del aspirante Rodolfo Hernández, la influencia en los comicios del expresidente Juan Manuel Santos y, entre otros aspectos, el gobierno del presidente Iván Duque.

-El ambiente político colombiano está bastante enrevesado, muy espinoso. El candidato Gustavo Petro está liderando los sondeos y la derecha luce un tanto resquebraja. Ahora está la opción de Salvación Nacional, que alude a ese gran personaje de la política colombiana Álvaro Gómez Hurtado. ¿Cómo podemos interpretar el momento político en Colombia?

Yo creo que es un escenario muy inestable, muy cambiante, donde hay todo lo tradicional de Colombia: los políticos que ocupan el centro haciendo lo de siempre, que es no comprometiéndose por nada, sin presentar una visión de país, preocupados por cómo repartir la marrana [presupuesto, burocracia] futura, una marrana imaginaria porque ya se dan habiendo ganado, y es propio de las elecciones del 13 de marzo, que es la elección de los ‘barones’ [miembros del Congreso]. Allá se reúnen los contertulios, con el cuaderno en la mano, para ver cuántos votos ha comprado cada quién o cuántos votos tiene amarrado cada cual. Eso es único de Colombia. En las democracias civilizadas, los acuerdos se hacen después de las elecciones. En un país tan, tan torcido como Colombia, los acuerdos se hacen antes. Ese es un pedazo del escenario. En la otra parte está el señor Petro, que tiene una mala visión para Colombia, representa una visión fracasada de la política, que es ese marxismo estatista nacionalista y que afecta a la libertad y a la propiedad privada, y que ha fracasado, que ha creado pobreza a nuestro alrededor, y la gente no parece entenderlo, pero una cosa sí tiene Petro: él tiene mensaje, tiene una visión y la transmite todos los días. Mala visión, pero consistente, y la juventud no escucha ningún otro mensaje. ¿Y el resto? El escenario está basado en tres premisas que ha promovido con mucha insistencia [el expresidente] Juan Manuel Santos, por ser el gran derrotado de 2018 cuando perdió las elecciones al apoyar a dos candidatos: Sergio Fajardo y Gustavo Petro, y no le ganó a Álvaro Uribe con ninguno de los dos. Y como la política nuestra sigue siendo personalista y caudillista, entonces Santos se quiere sacar la espina y derrotar a Uribe como pueda. Santos ha dicho que sólo una persona de centro puede ganarle a Petro. Una premisa que yo considero que es falsa. También dice que Uribe es maldito, contaminado y que nada le va a funcionar esta vez, y lo otro es transmitir un mensaje de desesperanza y que esta elección ya se acabó. Nadie había anticipado que Ingrid Betancourt sería candidata y que iba a estar en el segundo o tercer lugar de las encuestas. Eso muestra la volatilidad del escenario político. Por eso, nosotros pensamos que lo realmente novedoso es una alternativa de derecha, clara y contundente, sin compromisos y sin vergüenza de plantearse como derecha en ese escenario. Ahí entra nuestro nombre.

-¿Cómo analiza en ese escenario el protagonismo que ha adquirido el señor Rodolfo Hernández?

Pues yo creo que la alternativa de Hernández está basada en la simplificación y en un mensaje chabacano, que le sirve para avanzar en una población que está, con justificada razón, desconfiando de los políticos. Él trae ese discurso de ruptura. Pero Rodolfo Hernández tiene dos grandes problemas: uno, que está pendiente de una audiencia de imputación por unos delitos asociados a un contrato gigantesco. Y el segundo punto es que a Hernández no le cabe ni la contabilidad de su empresa en la cabeza. No tiene el entendimiento de los megaproblemas del Estado. No se ha preparado ni se ha preocupado por prepararse para avanzar. Él lo que tiene es dinero y eso no puede ser una herramienta para ganar. Tanto a él como a Petro les debería dar vergüenza presentarse al electorado colombiano, porque Petro no ha superado el problema de las ‘bolsas’ y sigue sin contar por qué esas bolsas las llenaron de dinero y cómo recibió esa donación [en las pasadas elecciones de 2018], en qué contabilidad ingresó ese dinero y en qué se gastó. Uno no puede seguir en ese clima de fraude electoral. ¿No sería acaso el momento de que una justicia realmente comprometida con sus ideales y con cambiar el país produjera fallos para enviarle un mensaje a quienes hoy están haciendo otra vez lo mismo?

-¿Cómo se puede calificar su propuesta?

Hemos visto la necesidad de hacernos presentes en la primera vuelta y competir con una agenda clara, de derecha, porque mi familia y yo somos conservadores desde hace 110 años y siempre hemos estado en la misma postura ideológica. Pero hay unos señores que se juntan un día como conservadores, se quitan esa ideología al otro día, van para un lado y van para el otro. Un día hablan de subsidios monetarios, otro día hablan de más intervencionismo del Estado, de ponerle más cargas a la gente. El señor Petro es un hombre polarizado, está en un extremo malo y yo estoy en otro, que creo que es el bueno, que es el del libre emprendimiento, la libertad de expresión, el respeto a las instituciones democráticas y la política sin bolsas de dinero.

-Cuando ya está a punto de salir del Palacio de Nariño, ¿al presidente Duque se le puede ver como más ‘santista’ que ‘uribista’?

Sin duda, santista [cercano a Juan Manuel Santos]. Yo no sé qué tan uribista, porque yo veo a Uribe muchas veces molesto con él. Me da la impresión de que es un hombre que le quedó grande [el cargo], le sobraban tallas en esa camisa, porque, además, construyó un gabinete de personas que no conocían a Colombia, que vivían la mayoría por fuera del país, en un país que es difícil de gobernar, precisamente por la falta de transparencia, por el poder del régimen de los grupos criminales y de los corruptos.

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@danielcastrope

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