jueves 21  de  marzo 2024
CRISIS MIGRATORIA

El sueño de los cubanos se vuelve pesadilla en Rusia

Discriminados por su origen o color, cubanos en Rusia son explotados en trabajos irregulares. Sin embargo, insisten en no regresar a la isla

Durante 20 días Pavel estuvo durmiendo en las calles de Moscú, con los bolsillos y estómago semi vacíos. Vagó por tres semanas, intentando hallar un trabajo que le permitiera costearse una renta colectiva. Ya agotado, en las tardes, se metía en el metro para protegerse del frío que cortaba y quemaba su piel como una navaja caliente. El poco efectivo en su cartera estaba reservado para comer lo justo y no desfallecer. Y cuando este se le terminó hurgaba en la basura, así comienza un crónica de Claudia Padrón Cueto para CUBANET que refleja el drama de los cubanos.

Reproducimos el texto a continuación:

Durante la noche, el habanero se colaba en una caseta a medio construir de un parque para no morir congelado a la intemperie.

En la capital rusa la temperatura puede descender hasta 25ºC bajo cero. En diciembre, la noche en Moscú parece infinita. Dura casi 17 horas. Por esos días Pavel perdió dos dientes, él lo achaca a las temperaturas extremas a las que estuvo expuesto.

Siete años atrás, Pavel Roque Salle había juntado todos sus ahorros para comprar un boleto hacia Moscú. Sin contactos o información sobre su destino se fue a “experimentar”, como dice él, a la antigua capital de la URSS. Las primeras semanas fueron de deslumbramiento total. Se hospedó en un hostal económico y salió a conocer la ciudad a la que había llegado para quedarse.

La modernidad, los autos, el Kremlin, la tecnología, la abundancia de alimentos le indicaban que había llegado a un país próspero y que, si bien no viviría el sueño americano, tendría su propio sueño ruso. Solo necesitaba conseguir un trabajo, prosperar y ayudar a los que se quedaron en Cuba. Ellos habían puesto en su boleto a Moscú todas las esperanzas familiares.

Explotación y xenofobia: el drama de muchos cubanos en Rusia

Cada año, unos 25 000 cubanos entran en Rusia como turistas, según datos de la Guardia Fronteriza publicados por el diario El País. Desde los tiempos de la Unión Soviética como benefactora de la isla , entre los 32 países a los que pueden los caribeños entrar sin visa está Rusia. Una vez que pisen la nación pueden estar 90 días.

En el aeropuerto te ponen un cuño de entrada en el pasaporte y te dan una tarjeta donde traducen tu nombre según el alfabeto cirílico. Durante esos tres meses no tienes permiso para trabajar, y si te extiendes un día más, tu estatus cambia a ilegal.

Foto cortesía de la autora

Aún así, algunos nacionales prefieren continuar en condición de irregular, con todo lo que eso conlleva, antes que tomar un vuelo a La Habana. La policía rusa suele aceptar sobornos para mirar hacia otro lado si detecta que no tienes un estatus migratorio regular. El precio oscila sobre los 5 000 rublos o más (65 USD). Incluso es común que algunos oficiales detengan en el metro a pasajeros que por sus características físicas no encajen en el estereotipo de la ciudadanía rusa, con el único fin de extorsionarlos.

Pavel perdió su pasaporte cubano cuando miembros corruptos de este órgano le pidieron dinero que no tenía. Como represalia por no pagar el soborno, le quitaron y rompieron su pasaporte frente a él. El migrante estuvo transitando Moscú sin esa documentación hasta hace año y medio cuando se casó con una ciudadana rusa.

“Escogí Rusia porque no me pedía visa, pero no sabía a que me exponía aquí”, cuenta Pavel, quien administraba un mercado en La Habana y ha dejado atrás tres hijos sin poder enviar ayuda económica periódica.

Él, como tantos migrantes cubanos, ha vivido bajo condiciones extremas de vulnerabilidad. No hablar el idioma, la xenofobia, no tener redes de apoyo, migrar solo a una cultura tan distinta ha convertido su sueño ruso en una pesadilla. Una pesadilla donde lo explotan por su condición de extranjero e ilegal. Y a ello sumemos que no han querido estar junto a él en el transporte público, que reflejan rechazo en el rostro si los toca accidentalmente, que no le han permitido sentarse a comer con otros compañeros de trabajo. Pavel es un hombre negro.

Según ha atestiguado Orelvys Cabrera, periodista de CUBANET que se encuentra actualmente en Rusia, se ha articulado en la antigua capital soviética una red de cubanos que trabajan como intermediarios entre sus coterráneos y contratistas rusos, armenios o serbios. A cambio de una comisión, ellos conectan a los caribeños con oportunidades laborales mayormente en la construcción y tareas de limpieza. Como el visado con el que arriban no incluye permiso de trabajo, los cubanos se resignan a estar sin contrato, sin derechos y sin garantías de que se les pagará lo acordado.

En el mejor de los casos al cierre del mes acumularán máximo unos 300 USD, menos de la cuarta parte del salario promedio en la ciudad. Con lo cual podrán pagar productos básicos y la renta en un apartamento colectivo donde duermen hasta una decena de personas en literas. “Es como estar en la escuela al campo, pero con alimentos”, lo resume Pavel para definirlo. En el peor, luego de haber trabajado el tiempo pactado, el contratista les paga solo una parte o nada.

“A los pocos meses de llegar trabajé jornadas de 10 horas en una obra y la primera semana me pagaron bien”, explica Roque Salle. “Luego de la segunda me dijeron que no tenían efectivo, que esperara a la tercera. Y al final de la tercera cuando pedí mi dinero, llamaron a la policía”. Pavel, ilegal y sin hablar el idioma, no tenía cómo ni a quién reclamar. Solo podía irse antes de que llegaran los oficiales y lo extorsionaran por su estatus vulnerable o lo detuvieran. “En este país un emigrante sin papeles y negro vale menos que un perro”, resume el cubano.

No todos llegan como turistas o para quedarse

“Lárguense, maricones”, le han vociferado a Orelvys y a su pareja en las calles de Moscú. El reportero de CubaNet llegó en diciembre, huyendo del régimen de la isla que lo había amenazado con encarcelarlo por su trabajo para medios independientes. Ya había estado detenido en julio por cubrir las protestas antigubernamentales. En Rusia, un aliado histórico de La Habana, no se siente a salvo. Y si a ello agrega la homofobia en la nación euroasiática y los crímenes de odio, Moscú será un lugar de tránsito, o eso espera. Mientras tanto, intenta conocer una ciudad que siente huele a cebolla y lo impresiona, donde nadie lo conoce, donde no es hostigado por la policía política cubana.

periodista
Orelvys Cabrera, periodista de CUBANET

Orelvys Cabrera, periodista de CUBANET

“Aunque así lo deseara, regularizarse acá es muy complejo. Las opciones se reducen prácticamente —explica el reportero— a casarse con un ciudadano ruso, invertir en el país o dominar la lengua y conseguir una beca de estudios.

También pueden regularizarse, según el artículo 6 de la Ley Federal, los extranjeros elegidos dentro de las cuotas aprobada por el Gobierno Ruso para cada uno de los territorios de la Federación. Si la cuota está agotada, las solicitudes de permiso de residencia temporal no se admiten a trámite. Conseguir la residencia por esta vía es prácticamente ganar una lotería.

Sin embargo, para los cubanos hay una posibilidad extra. Unos 100 jóvenes de posgrado viajan a Moscú cada año desde La Habana para estudiar en Rusia, gracias a un convenio entre ambos países.

Incluso, en febrero de 2020 la Facultad preparatoria de ruso en la Universidad de La Habana comenzó a impartir cursos de idioma para los estudiantes que sean aceptados en las becas. El dominio de la lengua eslava es un requisito. Como en los viejos tiempos los caribeños vuelven a aprender ruso para estudiar en Moscú, ahora capitalista

Según confirmó CubaNet con una de las becarias seleccionadas, quien pide anonimato, cada mes recibe el equivalente a 300 USD para su manutención (un tercio de esta cantidad la proporciona Rusia, la otra parte Cuba). La antigua URRS también cubre gastos de hospedaje y seguro médico.

“Nunca había salido de Cuba, así que quedé impresionada con Moscú. Sin embargo, mi deseo no es quedarme acá. Podría contratarme una empresa y legalizarme, pero mi meta es llegar a Estados Unidos. Esta beca fue mi catapulta para salir de la isla. Ese primer paso es el más importante”, concluye como quien aún no contempla los riesgos de una travesía irregular, o las 5 536 millas que la separan de su destino anhelado.

Uno de esos riesgos puede leerse en el código penal ruso, el cual impone la sentencia de prisión de hasta seis años por el cruce ilegal de fronteras por un grupo de personas mediante conspiración previa.

Muchos de los cubanos que llegan a Moscú sin intención de retorno aspiran a quedarse con la esperanza de en algún momento ser residentes. Otros ven la nación como una puerta de entrada a Europa y solo esperan la oportunidad de migrar nuevamente. De Rusia a Serbia, y de allí ir cruzando fronteras para llegar a España mayormente, o incluso, y contra toda lógica geográfica, a Estados Unidos. Algunos lo logran, otros no. Pavel nunca ha podido irse, aunque Madrid era su destino deseado.

“Las oportunidades en Moscú están difíciles. Es complicado conseguir trabajo si no sabes el idioma y te tratan como si no valieras nada. En este país todo es gris, la gente, los edificios, el clima y uno se deprime. Pero yo me ubico en que soy cubano, así que por mal que me vaya acá estoy mejor que en La Habana. Al menos tengo qué comer”.

FUENTE: CUBANET

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