Un artículo de Rafaela Cruz para DIARIO DE CUBA plantea la disyuntiva para la dictadura cubana en el tema de la venta de dólares a la población. Reproducimos el texto:
Un artículo de Rafaela Cruz para DIARIO DE CUBA plantea la disyuntiva para la dictadura cubana en el tema de la venta de dólares a la población. Reproducimos el texto:
Cuando el gobierno de un país quebrado, incapaz de proveer electricidad, comida, medicinas o pagar sus deudas a acreedores internacionales, anuncia que va a vender divisas en el mercado interno, el "tecnicismo" que de inmediato acude a todas las mentes entrenadas en asuntos económicos es "¿con qué cuenta la cucaracha?".
Y es que el pico de superávit por cuenta corriente que se alcanzó en 2014, 3.112 millones de dólares de ingresos nacionales netos, se acortó hasta solo 200 millones en 2020, la barbaridad de 16 veces menos, y desde entonces Cuba está en números rojos, gastando más divisas de las que ingresa.
Aun así, Alejandro Gil, ministro de Economía, acaba de presentar ante la Asamblea Nacional otras 75 medidas económicas tipo "cambiar todo para no cambiar nada", entre las que destaca esa intención gubernamental de venderle dólares a la población.
No dijo cómo operarán, pero hay realidades económicas a las que tendrán que atenerse si quieren tener un mercado cambiario estable.
Cuba no imprime ni dólares ni euros, así que para vender esas divisas antes tiene que adquirirlas. Normalmente, los países adquieren divisas extranjeras exportando sus bienes y servicios, pero como las exportaciones de Cuba no cubren su necesidad de importación, el Gobierno no puede —o no debe— desviar hacia el mercado cambiario interno las divisas que obtiene por esa vía.
Para esta operación, el Gobierno cuenta con aquellas divisas que llegan al país por vías no estatales —remesas principalmente—, dólares y euros que el Estado puede adquirir pagándolos en pesos cubanos.
Aunque una prima de legalidad le permitirá al Estado, al menos inicialmente, comprar las divisas por debajo del precio actual de mercado, si aprieta mucho la gente no se las venderá y se perderá la fuente de divisas para alimentar esta operación que, además, quedará sin su razón de ser fundamental: captar ese flujo de divisas que no está pasando ahora por el Gobierno. Para eliminar el mercado negro cambiario, los precios de compra y venta de divisas deberán ser flexibles y ajustados a la oferta y demanda reales.
Es vital saber de dónde saldrá el dinero cubano para comprar esos dólares, euros y MLC circulantes en el país. El año pasado, los gastos estatales superaron a los ingresos en 63.696 millones de pesos, con lo que, o se imprimen nuevos pesos —gasolina para la inflación— o se destinan a estas adquisiciones dineros antes empleados para otros fines, para así no aumentar la masa monetaria.
Una pista sobre de dónde saldrá el dinero para esta estatalización del mercado cambiario está en otras tres de las 65 medidas presentadas: "Redimensionar el sector presupuestado"; "Perfeccionar la identificación, selección y atención priorizada a las personas, familias, hogares y comunidades en situaciones de vulnerabilidad"; "Evaluar los sistemas de bonos para las personas en situación de vulnerabilidad".
En pocas palabras, el Gobierno planea seguir desmontando la red de seguridad colectiva que caracterizó al socialismo cubano, esta vez, despidiendo trabajadores y restringiendo la ayuda estatal a los "vulnerables", que serán solo aquellos que el propio Estado designe como tal.
En todo caso, para que el sistema cambiario sea sostenible habrá que abandonar el tipo de cambio fijo y dejar que flote el peso cubano. Una liberalización total del tipo de cambio hace extremadamente susceptible la maltrecha economía interna a los vaivenes externos, algo muy peligros cuando se acerca una inmensa crisis global; por ello, lo más probable es que se asuma un sistema de bandas.
En este sistema, el valor de la moneda fluctúa dentro de unas bandas o límites resguardados por el banco central con una reserva monetaria siempre lista para ofrecer o demandar divisas en momentos puntuales y así "esterilizar" los cambios bruscos en el volumen de circulante y las oscilaciones fuertes en la oferta o la demanda.
Esa reserva de divisas no puede acopiarse con los dólares captados de la circulación interna, pues, si el Gobierno para acumular dólares los compra, pero no los vende, el valor de este subiría inmediatamente. La operación cambiaria deberá iniciar con esa reserva ya creada, pues es difícil incluso prever a priori cómo responderá la población, y es posible que el banco tenga que intervenir inmediatamente para contener un pico de demanda, por lo que la reserva tendrá que provenir de las divisas que ya tiene el Gobierno, las pocas logradas mediante exportación, lo que es un estrés adicional muy importante para las finanzas estatales.
En definitiva: sí, el Gobierno cubano puede vender dólares a la población, pero que esté dispuesto a utilizar un volumen importante de sus pocas divisas para echar a andar esta operación y, además, vaya a disponer de cantidades ingentes de pesos que saldrán, o a seguir devaluando la moneda nacional emitiendo dinero sin respaldo y/o a aligerar aún más el gasto social en detrimento de la capacidad de consumo del pueblo —ya terriblemente reducida por la inflación—, indica cuán necesitado está el Gobierno de controlar las divisas circulantes en el país.
Este movimiento puede parecer una demostración de fuerza, pero es una medida desesperada, pura debilidad.
FUENTE: DIARIO DE CUBA