jueves 6  de  febrero 2025
TURISMO (SÁBADO)

El castillo encantado de Neuschwanstein

Los turistas realizan un largo recorrido para visitar esta majestuosa fortaleza que se erige en medio de un mítico paisaje

REDACCIÓN

El paisaje de la región de Algovia, en el suroeste del estado alemán de Baviera, destaca por sus colinas verdes y viejos árboles majestuosos que rodean el camino. En medio de ellos resplandece misteriosamente un lago y se alza el oscuro macizo alpino.

Delante de las montañas se puede observar un edificio irreal que recuerda el escenario de una ópera por su delgadez. Con una estructura vertical que resalta por encima de un barranco aparece el castillo de Neuschwanstein, un lugar que es visitado por casi dos millones de turistas.

La fortaleza, situada a poco más de 100 kilómetros de Múnich, fue construida por el rey Luis II de Baviera, que escogió este lugar por su carácter solitario.

El viaje hasta Neuschwanstein puede hacerse en un pequeño trencito que parte desde Múnich hasta la ciudad de Füssen. Una vez en el lugar, hay que tomar un autobús que recorre los Alpes por un buen rato. El último tramo, cuesta arriba, lo tiene que recorrer el visitante a pie o pagar el servicio de un carruaje.

En las mañanas, el castillo aún está sumido en el letargo y solo el rugir de la cascada en el desfiladero de Pöllat, debajo del suntuoso edificio, rompe la tranquilidad. Hacia un lado, la mirada lejana vaga hacia el valle con sus lagos y pueblos, mientras que al otro las pendientes y alturas están cubiertas de oscuros pinares. El paisaje se parece al del modelismo ferroviario.

En medio de este panorama comienzan a llegar los primeros turistas que se agrupan en el patio del castillo para conocer su interior. Muchos lo visitan para conocer el modelo original que deslumbró a Walt Disney y lo motivó a crear los suyos.

La administradora del castillo, Katharina Schmidt, comenta que a muchos estadounidenses les resulta difícil distinguir entre el original y la copia. “Vienen aquí y dicen que lo han copiado de Disney, y nosotros les contestamos que es al revés. Walt Disney estuvo aquí y tomó Neuschwanstein como modelo.   

A las nueve de la mañana se levantan las barreras y los visitantes, que ascienden a 7000 mil por día, comienzan a entrar a las pocas salas que se pueden visitar. El recorrido, que dura aproximadamente media hora, los lleva a un fascinante mundo en el que a pesar de no tener características decorativas bávaras o retratos de Luis II, los remonta a siglos pasados.

Las salas tienen cada una un estilo diferente: una es románica, la siguiente bizantina, la tercera gótica y la cuarta renacentista. De esta manera, el castillo de Neuschwanstein también ofrece al visitante un rápido recorrido por la historia del arte.   

Poco después de que termina la visita guiada muchos participantes acuden a la tienda de souvenirs para comprar un cisne de peluche o el puzzle de 1000 piezas, y después disfrutan de un merecido cappuccino.

En la tarde, cuando los turistas se han marchado, reinan el silencio y la oscuridad. Los faroles envuelven Neuschwanstein en una luz plateada y el castillo vuelve a ser como se lo había imaginado el rey: lejos de las miradas de las masas, vacío e inaccesible. 

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