MIAMI.- Su pincel ha dibujado la cubanía, esa esencia de su isla natal que, reflejada en sus cuadros, le habla al espectador de alegría y añoranza. Y si hay un artista en Miami que ha sabido captar el alma cubana a través de la paleta, ese es Humberto Benítez.
De su creatividad han surgido los afiches conmemorativos de otras ediciones de Cuba Nostalgia, que este año arriba a su 25 aniversario.
Precisamente, su obra dialoga con el sentir del cubano y esa constante añoranza por su tierra.
Y aunque Benítez considera difícil la tarea de preservar las tradiciones, reconoce que el arte y la música son esenciales para lograrlo.
“Es bien difícil. La nueva generación del cubano se va a unir con la vieja generación del cubano con la música, porque el único escape que yo veo en la nueva generación cubana es que han mantenido la música y el arte. El arte para mí es todo. Si no hubiera arte, no hubiera historia, no hubiera documentación. En Cuba, los artistas de hoy, que hay muy buenos, algunos están aquí y otros allá, documentan la tristeza, sus sueños, y lo que ansían: su libertad”, expresó Humberto Benítez, durante una entrevista que concedió a DIARIO LAS AMÉRICAS desde su galería en Coral Gables.
Sentado en una silla en la que va dejando rastros en colores de su trabajo, el artista explicó cómo se deja llevar a la hora de crear empleando una técnica que pareciera estar tejiendo encima del lienzo.
“Uso el pincel en algunas piezas, en otras no. Me gusta la espátula por el movimiento que le puedo dar. Recuerdo a mi madre cuando tejía, ella siempre está bien cerca de la pieza. Y creo que por esa razón hago lo mismo. Me gusta trabajar bien pegado a la pieza. No estudié, no fui a escuelas de arte famosas como San Alejandro [en Cuba], o a otras como las hay en este país. Lo que hago sale de mi alma. Yo no cojo un lápiz para dibujar lo que pienso hacer. Yo dejo que el lienzo me dicte en el momento preciso. No sé hasta qué punto otros artistas que estudiaron lo admiren. Y claro que creo en el estudio, pero para mí lo más importante es que si derramas tu alma en una pieza de arte, vas a tocar el alma de algunas personas. Y eso es lo que trato de comunicar”, expuso.
“Es bien interesante porque puede pasar hasta un mes y no pinto, pero cuando me siento, el lienzo me llama y es hora de pintar. Y cuando empiezo no puedo parar. Puedo estar pintando 72 horas corridas. No me despego del estudio este. En este espacio de cinco pies que tengo entre paredes, no hay espacio para levantarme. Y es que no lo necesito. Si estoy haciendo una de las comparsas, empiezo con cuatro mujeres, que dictan el momento y el movimiento de lo que voy a crear. Entonces, según las posiciones en las que salen mientras estoy creando la pieza, surge el movimiento del resto de los componentes. Cuando ya tengo eso cuadrado, me puedo relajar un poco, porque ya sé lo que va a continuar. Ya sé por dónde viene la conga, si viene por la derecha, por la izquierda o por arriba”, añadió sobre el proceso creativo.
Inspiradas en temáticas cubanas, desde la campiña, el tabaco, los extintos carnavales, el mar que rodea a la isla o su patrona, la Virgen de la Caridad del Cobre, sus piezas transmiten esa alegría que caracteriza al cubano aun en medio de la adversidad.
“Ayer hicimos entrega de una pieza y lo primero que surgió fue la alegría. Y eso es lo que trato de transmitir. Desde niño estoy fascinado con la música. Yo chiflo cuando pinto, normalmente chiflo canciones antiguas porque mi padre cambiaba los discos de las vitrolas. Y esas eran las canciones que yo escuchaba, canciones viejas de Cuba”, recordó.
Sobre la fascinación por los paisajes de la isla y cómo suele ser representada, reconoce que es el campo lo que más inspira.
“Cada cubano lleva su Cuba por dentro. Si se analizan a los pintores cubanos, pocos pintan el agua, todos nosotros pintamos la tierra. Y es una isla rodeada de agua. El campo, las palmas, la mujer cubana, los colores. A Cuba la llevo en mi corazón por muchos años, la adoro. Extraño mi tierra colorá, mi campo. Extraño el olor de mi tierra. Yo creo que les pasa a muchos cubanos. Y no importa en que año hayas venido, mientras más tiempo pasa, más vas a extrañar a esa tierra. Y se los digo mucho a la nueva generación que está llegando en estos momentos, que están fresquecitos, que mientras más años pasen, más va a crecer esa herencia en su alma, porque es algo que llevamos en la sangre”, expresó.
Uno de sus cuadros colgados en la galería retrata el dolor del cubano que ha arriesgado su vida en el mar en un intento de emigrar. Tal vez sea ese el motivo por el que muchos pintores prefieran evocar al campo de la isla.
“Velas de destino, la original de esta pieza está en uno de los barcos de Norwegian Cruise Line. Y lo que quise hacer es mostrar lo que ha pasado el cubano por llegar a libertad. Esas 90 millas que hay desde allá hasta los Cayos, aquí en EEUU. Y ahora no solo son 90 millas, ahora van por toda Centroamérica, porque cuantos no han tenido que hacer el trayecto y dar la vuelta completa”, expuso.
Su obra más emblemática también la conserva en su galería, pero esa es tan especial que no está a la venta. Se trata de una pintura inspirada en Cachita, que dedica a su madre.
“Mi obra más emblemática es esa de la Caridad del Cobre, que hice pensando en mi mamá. Y es la única que no vendo”, reveló mientras señalaba en dirección al cuadro, ubicado en el fondo de la galería, pero estratégicamente mirando hacia el frente, como si de lejos recibiera al espectador.