MIAMI.- Aunque la puesta en escena se desarrolla a principios de los años 50, su espíritu se mantiene intacto gracias a un guion que refleja la realidad actual de los inmigrantes que llegan a Estados Unidos huyendo de dictaduras, persecución, el crimen organizado y la pobreza. De ahí la relevancia de que Un recuerdo después del Holocausto, obra teatral que conquistó a la crítica en España, llegue a Miami para honrar la historia de dos jóvenes judíos de origen polaco, Anna y Zygmunt, sobrevivientes del Holocausto, y abuelos del director y guionista Samuel Rotter Bechar, coescritor y codirector de la obra, junto a Carolina Perelman.
“Mi abuelo, Zygmunt Rotter (Cracovia, 1920), es uno de los sobrevivientes de la lista de Schindler; y mi abuela, Anna Rzechte (Varsovia, 1930) vivió años dentro del ghetto de Varsovia hasta que valientemente logró escapar con tan solo 12 años”, dijo Samuel Rotter Bechar, para quien la pieza se acopla a Miami como pocas obras teatrales lo han hecho, honrando la memoria histórica, promoviendo la esperanza, la reinvención, y reflejando cómo -sin importar la época- la tragedia puede ser superada a través del amor.
“Mis abuelos perdieron todo durante la guerra, no obstante, a pesar del trauma, la soledad y las limitaciones del lenguaje, fueron capaces de emprender a nuevos mundos y rehacer sus vidas en Latinoamérica. Tuvieron la convicción y el coraje de salir adelante, y estoy convencido de que sus historias tienen el potencial de inspirarnos a todos a seguir luchando, especialmente en estos tiempos tan complicados que vivimos”, añadió el director de la obra, que conmueve y conquista a través de sus múltiples fases, demostrando al público cómo el recuerdo se transforma dentro de la mente a lo largo del tiempo.
“Es una obra que se relaciona mucho con la vida actual, ya que defiende la libertad, y refleja cómo el amor puede ser esa salida que nos brinda esperanza y fuerza para luchar, demostrándonos que siempre hay razones para seguir adelante”, dijo la dramaturga Carolina Perelman sobre la puesta en la que sus protagonistas coinciden en una cafetería parisina, lugar donde tímidamente abren sus almas develando recuerdos y momentos llenos de magia gracias a los que comienza a gestarse un amor inesperado.
“Al igual que los miles de inmigrantes que viven en Miami y en todo Estados Unidos, los protagonistas de esta obra tuvieron que luchar para sobrevivir, para iniciar una nueva vida, y para establecer nuevas conexiones que les permitieran salir adelante, porque lo perdieron todo, incluso a su familia”, dijo Perelman sobre la puesta en escena en la que la complicidad y el pasado se entrelazan para dar vida al amor.
Sobre la obra
Invitando a la reflexión y promoviendo el rescate de la memoria histórica, Un recuerdo después del holocausto no es solo una historia sobre el drama acontecido durante la II Guerra Mundial, es una historia actual que invita a pensar en la crisis migratoria global, y que exalta y rinde tributo a la capacidad del ser humano de reinventarse, más allá de la tragedia y la adversidad.
“La pieza es una reflexión acerca de cómo funciona nuestra memoria, y cómo nuestros recuerdos y lo que hemos vivido conforman nuestra identidad”, reveló la dramaturga sobre el guion, que convierte un simple recuerdo en una profunda historia de amor, y que a través de su puesta en escena insta al público a entender cómo se disipan los recuerdos y se transforma la memoria.
Proceso interno que queda en manifiesto gracias a una puesta en escena en la que el sonido es parte esencial del recorrido y del montaje, ya que puede provocar un recuerdo nítido de la infancia de los protagonistas, o representar el presente de sus personajes.
Interpretada por Sara Batuecas, Fernando Bodega, Ksenia Guinea, Ángela López Aguilar y Francisco Martínez Vélez, Un recuerdo después del holocausto cautiva al espectador gracias a una escenografía que va rotando y modificando sus espacios de la misma manera en que sus personajes evolucionan.
Trabajo que ha sido elogiado en Europa y en el que destaca la labor de Luis Crespo, director de escenografía; Alba González Herrera, coreógrafa; y Pedro Fraguela, director de sonido, quien se inspiró en la obra del músico The Caretaker, quien estudió los efectos del sonido en el Alzheimer, trabajo de investigación que sustenta una dramaturgia alineada a lo que significa el recuerdo y el olvido.
“Hay una profunda reflexión sobre lo importante que es recordar lo que hemos vivido, porque los recuerdos no son eternos y mueren en la memoria”, finalizó Carolina Perelman sobre la historia de amor entre los jóvenes judíos que rehacen sus vidas en Latinoamérica, y que en la actualidad radican en Miami.
Un recuerdo después del holocausto se presenta el sábado 10 y domingo 11 de septiembre en el Colony Theatre en Miami Beach.