REDACCIÓN
En este lugar del mundo es posible cambia rápidamente, con sólo dar unos pasos, del bullicio de un club de vacaciones a la soledad de la naturaleza
REDACCIÓN
Caminar con niños en Mallorca durante las vacaciones de verano a primera vista parece ser una locura y, efectivamente, hay muchas cosas que podrían marchar mal. Cuando hace años salimos por primera vez a caminar, cometimos desde el principio varios errores al mismo tiempo.
El primero fue comenzar la caminata demasiado tarde, hacia el mediodía, un error que pagaríamos caro. El recorrido de ida estaba bonito, de las dunas de Cala Mesquida, en el noreste de la isla, a Cala Agulla, la bahía para bañistas de la localidad turística de Cala Rajada, pasando por un bosque de pinos. Cuando llegamos a la playa, ya estábamos bastante cansados y habíamos cometido el segundo error: llevar muy poco dinero que no alcanzaba para tomar un taxi de regreso.
Muros de piedra centenarios y vistas sobre el mar: un camino típico mallorquín en Cala Mesquida. (dpa)
Para entonces, el sol desplegaba su mayor resplandor. A plena luz del mediodía nos arrastramos por el bosque. Algunas cabras, que en muchos lugares de Mallorca andan sueltas, parecían reírse de nosotros con sus balidos. El más pequeño del grupo, que tenía cuatro años, pronto se resistió a seguir caminando y pidió ser cargado. Cuando regresamos a primera hora de la tarde, estábamos totalmente exhaustos. Habíamos aprendido la lección: siempre hay que llevar consigo suficiente dinero y deberíamos haber salido bien temprano por la mañana o al atardecer.
Para nuestra caminata hacia la cima del Es Telégraf pusimos el despertador a las seis de la mañana. Cuando salió el sol, ya estábamos caminando por el sendero arriba de la bahía. En Mallorca es posible cambiar rápidamente el bullicio de un club de vacaciones por la soledad de la naturaleza. Muchas veces solo hace falta dar un par de pasos. Esto tiene su encanto sobre todo en el noroeste de la isla, donde las montañas de la Serra de Tramuntana ejercen una gran atracción. Sin embargo, la mayoría de los que visitan Mallorca no sale ni una sola vez de su centro turístico.
Camino que conduce desde Cala Mesquida hasta Cala Agulla. (dpa)
Esta vez llevamos con nosotros suficiente agua. La desventaja es que hay que cargarla. Antes de encontrar el camino correcto, tuvimos que buscar media hora. En muchos lugares de la isla sería útil una mejor señalización.
La Talaia de Son Jaumell se yergue como un ermitaño delante de nosotros en la cresta de la montaña. Siempre conviene, cuando uno emprende una caminata, fijar un objetivo, sobre todo cuando los niños realizan el recorrido. Y para nosotros, la Talaia de Son Jaumell no es cualquier objetivo: durante muchos años la teníamos en mente, porque la podíamos ver desde casi todos los puntos de nuestro centro turístico.
Meta alcanzada: Joshua frente la Talaia de Son Jaumell. (dpa)
Más que una caminata, es una escalada, pero esto también tiene su ventaja: los niños tienden más a tirar la toalla en caminos planos, bien trazados, que en senderos escabrosos que requieren cierto esfuerzo. Y otra recomendación: de ser posible, hay que elegir un sendero que pase junto a la costa, porque es inmensamente motivante contemplar el azul oscuro del mar resplandeciente.
Después de dos horas, llega el gran momento: estamos frente a la Talaia de Son Jaumell, la torre que durante tantos años solo habíamos vista desde la lejanía. No hay ningún bar pero sí unas vistas espectaculares: hacia un lado se ve hasta el extremo norte de Mallorca, hacia otro muy lejos hacia el interior de la isla. Los muros de la histórica fortaleza de Capdeperra están pegados a la montaña como un castillo de juguete ladeado.
Atalayas como esta hay a lo largo de toda la costa mallorquina. Desde el lugar donde nos encontramos ahora podemos ver otras dos. Cuando en el siglo XVI aparecía en el mar una flota de buques pirata, el guardián de la torre encendía una hoguera como señal de aviso. Tan pronto como los guardianes en las torres vecinas vieran el fuego, hacían lo mismo. De esta manera era posible poner rápidamente en alerta a toda la costa.
Aquí arriba reina el silencio total. Finalmente, cuando emprendemos el regreso por los estrechos senderos secretos, estamos extasiados. Joshua dice que cuando sea un hombre mayor, volverá para ver lo que haya quedado de nuestra torre.
A tomar en cuenta:
La primavera y el otoño son las épocas ideales para caminar en Mallorca. En verano conviene iniciar la caminata temprano por la mañana o al final de la tarde. Con la luz de la tarde, todo se ve más bonito. Solo hay que cuidarse de que no caiga la noche antes de haber regresado.
LEA TAMBIÉN: