Madrid.- (dpa) - Dos días después de que la muerte regresara al fútbol español, el Atlético de Madrid anunció hoy la expulsión fulminante de sus hinchas más violentos del estadio Vicente Calderón pese a que la tensión sigue latente y la Policía permanece alerta ante posibles brotes de violencia.
Tras una serie de manifestaciones tibias de sus dirigentes en las últimas horas, el Atlético de Madrid ofreció finalmente su respuesta más contundente a la muerte de un ultra del Deportivo de La Coruña ocurrida el domingo tras un violento enfrentamiento con los radicales rojiblancos. Fundado en 1982, el Frente Atlético desaparece del Vicente Calderón.
"El club ha tomado la decisión de dar de baja como peña oficial al Frente Atlético, con efecto desde el día de hoy, y en consecuencia cesar cualquier relación con dicho grupo. Asimismo, el club pondrá todos los medios a su alcance para impedir la exhibición en el interior del Estadio Vicente Calderón de pancartas u otros elementos distintivos de dicho grupo", señaló el club en un comunicado.
La expulsión del grupo incluye también la clausura de un cuarto del Vicente Calderón que el club cedía desde hace años para que el Frente Atlético almacenara allí diferentes objetos distintivos del grupo, entre otros usos.
"Desde el Atlético de Madrid confiamos en que estos tristes acontecimientos no vuelvan a repetirse y se abra una nueva etapa de concordia y respeto entre todas las aficiones del mundo del fútbol", deseó el club en su comunicado.
Sin embargo, la tensión, lejos de mitigarse, permanece latente. Hoy viajó desde Madrid el féretro de "Jimmy", el radical del Deportivo fallecido el domingo en una brutal pelea entre miembros de Riazor Blues y del Frente Atlético, con destino a La Coruña, donde será enterrado. El hombre de 43 años murió por un traumatismo craneoencefálico después de ser lanzado al río Manzanares en la capital española.
A la salida del tanatorio, un ultra del equipo gallego se bajó hoy de un coche que seguía al féretro y agredió a un cámara de televisión. La Policía detuvo al hincha para proceder a su identificación junto al conductor del vehículo, que intentó huir sin éxito.
Mientras, seguidores del Atlético de Madrid de todas las ciudades de España continúan manifestando su temor a represalias de grupos violentos de otros clubes.
Y en el horizonte aparece la nueva jornada de la Liga española, que se disputará el fin de semana y que pondrá en alerta a toda la Policía debido a la existencia devarios focos conflictivos.
El Deportivo de La Coruña jugará el sábado ante el Málaga en un encuentro sin aparente rivalidad y el club gallego, en una respuesta más conservadora que la delAtlético de Madrid, anunció hoy que cerrará la grada de los Riazor Blues los dos próximos partidos.
Por otra parte, el Rayo Vallecano recibirá al Sevilla, cuyos grupos ultras están "hermanados" y manifiestan un cruento odio hacia los radicales del Atlético de Madrid. El partido será el domingo en Madrid a las 12:00, hora local, el mismo horario que el del último trágico suceso.
En otro partido de "alto riesgo", el Barcelona recibirá el domingo al Espanyol en el clásico de rivalidad catalana.
Mientras, el fallecimiento del hincha del Deportivo elevó su profundidad para dar el salto a la política. Y en este terreno entra lo que se llama "depuración deresponsabilidades".
Todavía quedan muchos interrogantes por resolver y aún no hay respuesta a una pregunta esencial: ¿Por qué no hubo más Policía el domingo cerca del estadio Vicente Calderón?
Los sindicatos de la Policía gallega aseguran que avisaron a Madrid sobre el viaje de ultras del Deportivo, pero la delegada de Gobierno de la capital de España, Cristina Cifuentes, afirmó hoy que no recibió ninguna notificación en este sentido.
Uno a uno, todos los estamentos del deporte y la política ofrecieron su testimonio y sólo se echó de menos una reacción oficial: la de Ángel Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
La prensa preguntó hoy al portavoz de la RFEF, Jorge Carretero, por la ausencia de Villar y el dirigente federativo dijo con enfado: "¿Y yo qué sé dónde estaba?".