MIAMI.- La situación de inseguridad, desabastecimiento y precariedad que se vive actualmente en Venezuela no es ajena a los jugadores venezolanos que hacen vida en las Grandes Ligas. Muchos de ellos han vivido experiencias desagradables en su país de origen a pesar del estatus de estrella que les da jugar en los Estados Unidos.
El caso más representativo fue el de Wilson Ramos, receptor de los Rayas de Tampa Bay, quien tras haber sido secuestrado por más de 50 horas en noviembre del 2011 cuando se encontraba en Venezuela para jugar con los Tigres de Aragua en la Liga Profesional de Beisbol Profesional.
A partir de ese momento, Ramos, decidió mudarse con su esposa y su hija, definitivamente a los Estados Unidos, específicamente a Florida. En un trabajo publicado en el New York Times, el cátcher criollo señaló que mudar a toda su familia era “muy difícil”, pero que el resto de sus familiares siguen en el país bajo estrictas medidas de seguridad.
Con ese mismo cuidado estuvo Carlos González en su natal Maracaibo el año pasado cuando decidió regresar a su país tras varios años de ausencia. “CarGo” por primera vez tuvo que utilizar los servicios de guardaespaldas, muy populares entre la gente pudiente en Venezuela.
Pero el problema no es sólo de inseguridad. Los peloteros venezolanos que están en Estados Unidos viven con la preocupación de que sus familiares tengan a la mano los productos que escasean en Venezuela. Comida, productos de higiene personal, entre otros, son constantemente enviados a sus familiares.
Esta situación ha acrecentado el número de jugadores venezolanos que buscan la ciudadanía norteamericana, que aunque era un trámite común en otros años, ahora es prácticamente una necesidad. Uno de ellos fue el abridor de los Indios de Cleveland, Carlos Carrasco, quien aprobó la prueba. Aníbal Sánchez, de los Tigres de Detroit, también obtuvo la ciudadanía recientemente.
La precaria actualidad venezolana no escapa a los Grandes Ligas, quienes a pesar de estar miles de kilómetros lejos de su país, sufren junto a sus familiares el día a día, cada vez más complicado, en Venezuela.
FUENTE: REDACCIÓN
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