MIAMI.- Hasta el jueves 25 de junio, Florida sobrepasaba los 114.018 casos detectados desde el comienzo de la pandemia. Según el reporte de las autoridades sanitarias, el pasado 24 de junio se detectaron 5.000 nuevos casos. No obstante, el Estado del Sol se mueve hacia la "nueva normalidad", abriendo poco a poco su economía. Y en esta extraña realidad miles de personas aprovechan para acercarse a los centros de pruebas ubicados en diferentes lugares para conocer sin han sido infectados por la temida enfermedad.
La pasada semana, el gobernador Ron DeSantis reconocía que el número de nuevos contagios está ascendiendo. Este incremento era esperado y se debe sobre todo al aumento del número de tests y a la reapertura económica. Afecta esta vez al grupo de población menos vulnerable, alrededor de los 37 años, aquellos que hasta ahora no se habían podido testar, explicó DeSantis.
DIARIO LAS AMÉRICAS estuvo temprano en la mañana jueves en el Centro de Convenciones de Miami Beach, que funciona como lugar de prueba de coronavirus para conocer de primera mano el motivo del repunte en los tests experimentado en los últimos días. Habían dos colas, una de más de una milla de largo de autos y otra pequeña de personas que habían ido a pie a que le practicaran el examen..
Por trabajo
El motivo más recurrente entre los presentes fue que sus empleadores les exigían someterse a la prueba antes de reincorporarse a sus puestos de trabajo.
Cristian es camarero y explicó que, debido a su ocupación, él debe comprobar si tiene o no el COVID-19. “También tengo miedo a llevar el virus a mi casa, donde están mis padres”.
“Es un poco estresante todo lo que vivimos alrededor del COVID. Uno quiere saber cuál es la realidad. Y para ello lo único que podemos hacer es testarnos”. Pedro Medina se somete a la prueba por responsabilidad. “Yo soy cocinero en una escuela, tengo que saber mi estado de salud antes de retomar mi trabajo”.
Por amor
Aunque muchos trabajos se vieron paralizados por la pandemia, hay otros que continuaron su rutina e incluso se intensificaron. Uno de esos trabajos es el de cartero. “La gente se encerró en sus casas y prefirió adquirirlo todo vía internet”, afirmó Mario González, que es cartero. Y añadió, “he querido chequearme desde que comenzó el brote en marzo, pero había mucha presión en el trabajo. No he tenido tiempo para hacerme las pruebas hasta ahora. Además, mi madre está muy viejita y tengo miedo de que, cuando vaya a verla, la infecte”, sostuvo, demostrando con mucho orgullo su amor filial.
Otra prueba de amor es la de Christy, quien esperó en su auto más de dos horas para ser testada. Su razón es que en dos semanas viene a visitarla su hermana de Nueva Jersey, uno de los epicentros de la pandemia. “Ella está bien. Yo me quiero hacer la prueba, no vaya a ser que después de sobrevivir aquello venga a contagiarse aquí conmigo. Y como el resultado lo dan en un par de días, sabremos qué hacer”.
Síntomas
No todo el mundo que se chequea lo hace de forma preventiva. Yamira Sánchez trabaja en Mount Sinai. “No me estaba sintiendo bien. He tenido fiebre, dolor en el cuerpo, estornudos y mocos”, detalló para explicar el motivo de su decisión de venir hasta este centro. “Si el resultado es positivo debo someterme a una cuarentena en la casa”, lamentó.
Es lo que hizo Branco, quien ha estado cerca de dos horas en su auto para testarse, acompañado de Jaime. Branco fue diagnosticado con la enfermedad hace más de un mes. Ahora no tiene ningún síntoma, pero ha regresado “para descartar que todo haya pasado y regresar a su vida normal”.
Lamentablemente, sea cual sea el resultado, Branco no va a regresar a su vida normal. De eso se trata esta pandemia. Mientras no haya vacuna, vamos a continuar viviendo en ese oxímoron que llaman nueva normalidad, donde lo habitual será usar mascarilla, mantener la distancia social, evitar las grandes aglomeraciones y comportarnos como si todos estuviéramos contagiados.