ALBERTO MONTALTI / DLA
Estudiantes de MDC en Homestead, con dificultades de aprendizaje, ganan confianza en sí mismos mientras ayudan a niños inmigrantes a conocer el inglés creando sus propios libros
ALBERTO MONTALTI / DLA
@montalti92
Keyon Spence, un hombre de 37 años, retirado de la Marina Americana, que se define a sí mismo como disciplinado, masculino y de carácter fuerte, ayudó a escribir un libro titulado “El osito cariñosito encuentra el verdadero amor”, como parte de un programa de clases de Miami Dade College, que tiene lugar en el recinto de Homestead.
“Pages for all ages” (Páginas para todas las edades) es el nombre del programa que según explicó en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS su fundadora, Yanely Cordero, tiene como “visión y misión, darle poder y autoridad a los estudiantes del MDC que tienen dificultades de aprendizaje, desempeño académico y falta de motivación”.
La estrategia se basa en contribuir a su propio aprendizaje a la vez que se desempeñan como mentores para distintos sectores de la comunidad.
Durante un semestre, los estudiantes dedican varias horas a la semana a visitar niños de entre 4 y 13 años, la mayoría inmigrantes de bajos recursos, y los apoyan para adquirir destrezas en el aprendizaje del inglés, de manera que sean capaces de contar historias en un libro.
Con la ayuda de su mentor individual, cada niño debe escribir y pintar un libro de 28 páginas durante este tiempo.
Alrededor de 80 niños de Homestead escriben un libro anualmente gracias a “Páginas para todas las edades”.
“Es una situación en la que los dos lados salen ganando”, dijo Cordero, tras explicar que mientras los niños están recibiendo apoyo de personas que los inspiran a conseguir una verdadera educación a través de las letras, los estudiantes del MDC se están fortaleciendo al verse convertidos en modelos a seguir tras años de haber sufrido críticas negativas por sus dificultades académicas. “Es una fórmula muy simple además, no necesitamos nada más que marcadores, creyones, lápices, pega y papel de construcción”, agregó.
Las fundadoras del programa, Yanely Cordero y Jessyca Pérez muesran los libros de los niños
Spence, quien aunque es muy elocuente, explican sus profesoras que tiene un bajo nivel de lectura y escritura, fue mentor de Areli Ruiz, una niña inmigrante de 12 años con quien escribió el libro de los ositos.
“Al final, logré verme a mí mismo por quien soy verdaderamente”, relató el estudiante, “Me di cuenta de que sí tengo un lado cariñoso y de que no todo tiene que hacerse bajo la filosofía de ´haz lo que te diga, no hagas lo que yo hago´ [a lo que me acostumbré en la marina], sino que puedo ser un líder al dar un buen ejemplo; tranquilizándome y prestando atención”, agregó el hombre con gran determinación y seguridad en sí mismo, como si estuviera dando una clase.
Cordero explicó que el programa que fundó en el 2012 junto a su colega Jessyca Perez tiene un significado especial para ella por las similitudes entre su infancia y la de muchos niños inmigrantes de Homestead.
La profesora nació en Cuba y vivió ahí hasta que sus padres la trajeron a Estados Unidos a los siete años. Como muchas familias en esta condición, los padres de Cordero se mudaron a lo largo de la Florida por lo menos 6 veces. El estilo de vida nómada, junto a la desesperación de su padre por mantener a su familia dificultó mucho la educación de Cordero.
La fundadora del programa recuerda cómo su padre le regañaba por “perder su tiempo” intentando enseñarse a sí misma a leer y le decía que se dedicara a aprender a limpiar. “cuando tienes que poner comida sobre la mesa, la educación es irrelevante”, recordó Cordero.
Cuando llegó al 7mo grado, un profesor le regaló un libro, sin saber que la niña no tenía el vocabulario para leerlo. Sin embargo, cuenta que hasta el día de hoy guarda el libro y que este profesor dejó una enorme marca en su vida “por haberse tomado el tiempo y por haberla considerado lo suficientemente valiosa e inteligente para tener este libro”.
“Por eso hago lo que hago, porque me veo a mí misma en esos niños”, explicó Cordero.
Cuando Spence empezó a ayudar a Areli, según relató Cordero, estaba muy nervioso. En muchas ocasiones “se acercaba muy emocionado, inocente y preocupado a preguntar como resumía o explicaba algún término o alguna frase para que la niña entendiese”, sin embargo, después de que le explicaran como hacerlo, se daba la vuelta y con mucha autoridad y seguridad daba la explicación a su alumna.
“Esa es la esencia de nuestro programa”, declaró Cordero, “la transferencia de poder es la mejor manera de educar, no sabes algo verdaderamente hasta que se lo enseñas a alguien más”, declaró.