TÚNEZ.- EFE
El Estado Islámico se extiende por el Mediterráneo aprovechando la falta de control de los políticos libios y poniendo en alerta a Europa
TÚNEZ.- EFE
Separadas por cerca de 1.100 kilómetros de costa, las ciudades libias de Darna y Misrata comparten desde hace semanas un inquietante destino que amenaza tanto al país como a Europa: el avance por el Mediterráneo de la rama libia del Estado Islámico (EI) sin que nadie parezca a día de hoy capaz de impedirlo.
La primera, situada a unos 300 kilómetros de la frontera con Egipto, está considerada el bastión en un Estado fallido, sumido en el caos y la guerra civil.
La segunda, a 250 kilómetros de Trípoli, fue escenario este fin de semana del último ataque de los radicales, que desde hace meses avanzan con rapidez hacia el oeste y toman posiciones en las principales ciudades.
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"La situación en Libia es cada vez más peligrosa y urgente. Basta con mirar la evolución del mapa en 2015 para percatarse de que hay que actuar sin demora", explicó un diplomático europeo destinado en Trípoli y ahora evacuado en Túnez.
"El problema es que el proceso de paz está bloqueado. Mientras ambos gobiernos sigan usando sus milicias para hacerse la guerra, los yihadistas lo tendrán más fácil", agregó el diplomático, que pidió no ser identificado.
Una preocupación ya expresada en voz alta en Bruselas por el enviado especial de la ONU para Libia, Bernardino León, responsable de un proceso de paz que lleva semanas encallado.
"El tiempo se agota"
El diplomático español alertó de que "el tiempo se agota" para el país y para el proceso de paz, ya que, aunque existe un acuerdo al 80% entre los gobiernos enfrentados, aún queda por cerrar la parte más compleja.
Los libios han entendido que la única solución es política, pero es difícil decir si será posible en las próximas dos semanas, explicó León en alusión a la ronda de diálogo que arrancó esta semana en Marruecos.
"Libia está al borde del colapso económico y financiero. Afronta grandes amenazas de seguridad por la guerra civil, y por la amenaza del DAESH (acrónimo en árabe del Estado Islámico)", advirtió el diplomático.
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Los significativos avances que la rama libia del EI logró en los últimos días parecen certificar su inquietud. Ocuparon la base militar de Al Qardabiya, un enclave estratégico ya que desde allí se controla el aeropuerto civil de la ciudad de Sirte, cuna de Muamar al Gadafi, el dictador derrocado en 2011 con la colaboración armada de la comunidad internacional.
Testigos declararon a Efe que su bandera negra ondea en sus edificios y en las proximidades de las ruinas de lo que un día fue el proyecto megalómano de Al Gadafi -el gran río artificial- y que aviones afines al gobierno internacionalmente reconocido en Tobruk bombardearon las zonas ocupadas, sin lograr recuperarlas.
Los yihadistas expulsaron además del área a la Brigada 166, una de las milicias de élite afines al gobierno considerado rebelde en Trípoli, que se vieron obligadas a replegarse en sus cuarteles de la ciudad de Misrata.
Difícil negociación de paz
Los yihadistas han conquistado en los últimos días, igualmente, zonas de Bengasi, segunda ciudad del país, testigo desde hace un año de la principal batalla entre los dos gobiernos que se disputan el control del país.
Desde hace un año, el Ejército leal a Tobruk, bajo dirección del oscuro general Jalifa Hafter, bombardea regularmente y mantiene un estrecho cerco sobre la urbe, que defienden las milicias de "Fayr Libia".
Diplomáticos y expertos coinciden en que su decisión de prolongar el asedio a Bengasi y proseguir con las operaciones militares contra Trípoli es uno de los principales escollos para la paz que negocia la ONU.
Hafter, socio de Al Gadafi en la década de los setenta y devenido años después en uno de sus principales opositores en el exilio, culpó hace dos semanas a Naciones Unidas de la situación en el país "por prolongar el embargo de armas" decretado en 2011.
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El oficial, que cuenta con el respaldo, y las armas de Egipto y Arabia Saudí, busca una victoria militar que conceda una posición ventajosa al Gobierno de Tobruk en las negociaciones auspiciadas por León, objetivo que a día se antoja complicado.
Además de los frentes abiertos, las fuerzas de Hafter repelen con dificultad a los yihadistas en Al Baida, localidad a medio camino entre Tobruk y Darna, donde el primer ministro del Gobierno reconocido buscó refugio ante la creciente inseguridad en el citado puerto.
"Sobre la mesa está la opción de una (nueva) intervención extranjera", admitió el diplomático europeo.
"Pero a día de hoy, la prioridad sigue siendo el acuerdo político, que posibilitaría la unión militar contra un enemigo común", apostilló.