El diferendo sobre el Esequibo tiene ya unos 120 años de duración, sin que se avizore una solución en el corto o mediano plazo. En realidad, sus múltiples facetas casi le aseguran una imposibilidad de solución.
Pretender nuevos territorios cuando hemos arruinado los que ya teníamos es inmoral
El diferendo sobre el Esequibo tiene ya unos 120 años de duración, sin que se avizore una solución en el corto o mediano plazo. En realidad, sus múltiples facetas casi le aseguran una imposibilidad de solución.
La que tiene que ver con los aspectos legales de la disputa. Como se sabe, el diferendo fue arbitrado a favor de Gran Bretaña en 1899 pero la publicación de un memorándum del abogado por Venezuela, Mallet Prevost, después de su muerte en la década de 1940, obligó a las partes a cancelar el arbitraje original y convenir en buscar una nueva solución negociada, no ya entre Gran Bretaña y Venezuela sino entre la nueva república independiente de Guyana y Venezuela. Por largas décadas esta negociación tuvo momentos de gran actividad y momentos de letargo, hasta que las partes decidieron remitirla a los buenos oficios de comisionados nombrados por las Naciones Unidas. El Secretario General de las Naciones Unidas tendría la potestad de decidir qué hacer con el diferendo si las negociaciones no fructificaban. Hace unos siete años el Secretario General de las Naciones Unidas decidió poner el diferendo en manos de la Corte Internacional de Justicia, después de largas décadas de infructuosos intentos de negociación. Allí es donde el diferendo se encuentra en los actuales momentos, pero el régimen de Nicolás Maduro se niega a reconocer la jurisdicción de esa Corte, a pesar de que ya eso es cosa juzgada. La negativa del régimen de Maduro ha llevado a Venezuela al borde de perder todo derecho al Esequibo, al no presentarse ante la Corte con sus argumentos. En lugar de hacerlo han decidido irse por la vía patriotera, retrechera de armar un referendo interno para preguntarle al país si está o no de acuerdo con los títulos de Venezuela sobre el Esequibo, algo extemporáneo, ya que los gobiernos venezolanos en el pasado han expuesto tales títulos en múltiples oportunidades. Este referendo interno es una maniobra del régimen de Maduro para distraer al país de la inminencia de un proceso electoral presidencial en el cual el dictador venezolano saldría perdedor.
Desde el punto de vista legal es que Venezuela tendría sus mejores posibilidades de prevalecer en este diferendo. Sin embargo el régimen de Maduro está despreciando esta oportunidad al tomar la vía de la maniobra política vulgar, para el consumo interno, sin visión alguna de estadista.
Este es un aspecto analizado por pocos compatriotas, entre ellos Luis Manuel Aguana, el cual es de gran peso en la evaluación actual del diferendo. Tiene que ver con el hecho de que el régimen de Nicolás Maduro posee un poder de facto pero es ilegítimo tanto de origen como de comportamiento. Una mayoría de los venezolanos así lo consideran. Aguana se hace, entonces la pregunta: “¿Cómo podemos nosotros aceptar que un gobierno ilegítimo esté actuando en nuestro nombre en el caso del diferendo con Guyana? Dice Aguana que lo lógico sería esperar que un gobierno debidamente elegido por el pueblo, realmente representativo del sentir nacional, sea el que pueda actuar en nuestro nombre para adelantar la posición venezolana sobre el diferendo Esequibo. En la Venezuela de estos años ha existido tremenda confusión de roles en el plano político. Hemos tenido dos gobiernos en paralelo, dos Asambleas, una mayoría de gobiernos democráticos desconociendo a Maduro y un grupito de gobiernos despóticos apoyándolo. La justicia internacional, como en el caso del oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra, se encuentra frecuentemente confundida para establecer quien es quien en Venezuela. Lo cierto es que el régimen de Maduro está hoy significativamente aislado y, peor aún, formalmente enjuiciado por violaciones a los derechos humanos en las cortes internacionales y en las Naciones Unidas, con muchos de sus miembros sancionados por los Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá por ladrones, contrabandistas, narcotraficantes y lavadores de dinero.
En resumen, un gobierno forajido no puede representar legítimamente los derechos de una nación sometida a ese régimen por la complicidad de un ejército traidor.
Aunque los títulos legales de Venezuela son muy poderosos, a los 120 años de arbitraje original la situación geopolítica es radicalmente diferente a la que existía en aquel momento. Ahora el territorio en reclamación por Venezuela representa más del 50% del territorio de la república independiente de Guyana. Allí viven unas 250.000 personas de nacionalidad guyanesa, a quienes habría que comenzar por preguntarles que status nacional preferirían. Hoy día, en materia militar, Venezuela no es la parte débil contra Inglaterra sino la parte fuerte contra Guyana. Venezuela está totalmente sola en su posición de reclamo porque hasta sus aliados, Cuba, China y Rusia, están al lado de Guyana. Los países de la región agrupados en CARICOM, están todos a favor de Guyana. Los países miembros de Petro Caribe, los cuales han recibido (y deben) miles de millones de dólares en petróleo subsidiado de Venezuela, están todos a favor de Guyana. La OEA, las Naciones Unidas, están con Guyana. Brasil está con Guyana. USA está con Guyana.
Maduro está solo en su postura. Aún dentro de Venezuela, aunque el sentimiento venezolano por el Esequibo es muy fuerte, desde el punto de vista emocional, hay mucha confusión y desconfianza de la población sobre las maniobras patrioteras de Maduro, ya que se recuerda que Chávez había abandonado el reclamo ordenado por Fidel Castro.
Es imposible pensar que un país pueda aceptar perder más del 50% de su territorio, sobre todo si tiene el apoyo de la comunidad internacional. Aun cuando el aspecto legal fuese decidido a favor de Venezuela sería prácticamente imposible llevar a cabo la acción de traspaso.
El territorio Esequibo tiene unos 160.000 kilómetros cuadrados y una población de más de 200.000 habitantes. En territorio y población es muy parecido al territorio Amazonas, el cual también posee una geografía, flora y fauna muy similares a las del Esequibo. La composición étnica de los habitantes es también similar. Por analogía es lógico pensar que bajo la administración de Venezuela el desarrollo del Esequibo podría ser similar al que se ha llevado a cabo en el territorio Amazonas.
El Territorio Amazonas es el menos poblado de Venezuela, una región selvática que carece de vías de comunicación, no tiene una economía sustentable, está bajo control parcial de las guerrillas colombianas, con una producción agrícola que es apenas y a duras penas para el consumo propio. El territorio está azotado por la deforestación y por la minería ilegal.
En otras palabras, en nuestros 200 años de república independiente el territorio Amazonas nunca ha recibido la atención necesaria del gobierno nacional, su población sigue en la miseria y sus recursos son irracionalmente explotados por bandas criminales.
Pretender nuevos territorios cuando hemos arruinado los que ya teníamos es inmoral.
El Esequibo no es de Guyana, ni de Venezuela, es de la humanidad. Como es el caso de toda la Amazonia, la cual no es de Brasil, ni de Perú, ni de Colombia, ni de Venezuela, ni de Perú. La Amazonia es una unidad ecológica de vida geológica, de vital importancia para la humanidad, sobre la cual -de manera totalmente artificial- han sido colocadas fronteras políticas que son por definición históricamente variables. En este contexto su manejo debe atender a su conservación para el bien común de la humanidad, no para el usufructo pasajero de tribus poco ilustradas.
Por Gustavo Coronel*
*Asesor de VenAmérica