jueves 28  de  marzo 2024
ANALISTA Y CONSULTOR

Tiempo de pactos y de legitimación política

La prolongación de la actual interinidad política, más allá de poner al descubierto el fracaso en las negociaciones de los líderes políticos, puede ser nefasta a medio plazo para la economía española
Diario las Américas | JUAN CARLOS SÁNCHEZ
Por JUAN CARLOS SÁNCHEZ

Desde hace casi un año, España es un escenario en el que compiten 'indignados' y anarquistas, lo que sitúa a los dos principales partidos del país en un difícil dilema: seguir en la dinámica que bordea el enfrentamiento irreconciliable o llegar a una estrategia de pactos que debería conducir a la formación de un Gobierno, que es lo que se necesita en este momento.

La nueva gestora del PSOE, con mención especial para Javier Fernández, ha dado muestras de sensatez y sentido político al propiciar la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del partido, y convocar elecciones primarias para elegir al nuevo líder que tendrán lugar el próximo día 15 de octubre.

Ahora empieza lo más difícil: asimilar las consecuencias de una crisis interna que ha beneficiado a ‘Podemos’ y ‘Ciudadanos’ con la captación de una buena parte del electorado socialista, y propiciar un diálogo con sentido de Estado con el PP que acabe con el recelo y la falta de sinergia política que todavía rige la relación entre las dos formaciones.

La primera cuestión afecta a todos los ciudadanos, no solo a los socialistas. ¿Con qué proyecto, con qué programa y con qué equipo cuenta el apparátchik de Ferraz para poner en marcha la regeneración del partido, sin perder su posición amenazada de fuerza política hegemónica de la izquierda española?

El calendario aprieta. Comienza el tiempo de que el PSOE (el Comité Federal y la Gestora), una fuerza incapaz de conservar a su electorado, comience a concretar qué significa la nueva estrategia de futuro y qué consecuencia tendrá para la vida política.

Por su parte, el PP debe abandonar su táctica de desprecio que ha llevado a cabo con la oposición, con la nada velada intención de anularla políticamente, y con los sectores más críticos con sus decisiones y casos de corrupción. Los hechos y las consecuencias de estas prácticas de crispación son de sobra conocidos.

El desafío de Rajoy es demostrar que puede garantizar la investidura. Para conseguirlo necesita cambiar su equipo, hacer un gobierno con mucha más autoridad y competencia; transparente y dinámico, dialogante y de más envergadura. Sólo así podría frenar un descrédito que amenaza con desbancarle dentro de su propio partido y, sobre todo, de cara a los ciudadanos.

La prolongación de la actual interinidad política, más allá de poner al descubierto el desgaste de su imagen y el fracaso en las negociaciones de los líderes políticos encargados de acelerar la gobernabilidad, puede ser nefasta a medio plazo para la economía española que de momento duerme entre algodones.

Pero hay algo aún más grave: la flaqueza y falta visión del PSOE de Pedro Sánchez que no ha visto venir el fracaso estrepitoso del experimento de una "izquierda plural", y tras perder su identidad socialista ha sido sorprendido y fraccionado por el populismo reaccionario de Pablo Iglesias, quien ha juntado alrededor de un hegemónico proyecto comunista, a liberales, gente de centro, socialistas decepcionados, de izquierda, de la izquierda social-liberal y de la extrema izquierda.

Precisamente, las ambiciones populistas y radicales de Podemos que invocan la voluntad del pueblo para saltarse el respeto a la ley, puede costarle muy cara a la sociedad española.

La pregunta es: ¿Se ha ocupado Rajoy de crear la suficiente confianza que le permita mantener unas relaciones fructíferas con los principales líderes de las fuerzas que pueden apoyar su investidura? A juzgar por los hechos, parece que no.

El PP demuestra una equivocada idea de los pactos, sometida al mero pago de una factura a cambio de apoyos políticos. Una fórmula aciaga de entender el camino de las alianzas, que se basa en la certeza mutua y el respeto a la confianza de los electores depositada en los partidos que les representan.

De cualquier forma, en las actuales circunstancias, Rajoy, PSOE y Ciudadanos deben demostrar que son capaces de anteponer las necesidades del país a sus intereses partidistas. Su prioridad: desbloquear la insostenible situación de provisionalidad en la que se encuentra España desde que se disolvieran las Cortes en octubre de 2015.

Jamás ha sido tan perentorio el valor de un acuerdo.

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