NUEVA YORK.- Ha muerto uno de mis colegas más apreciados y amigo entrañable, el gran saxofonista y educador Carlos Averhoff.
NUEVA YORK.- Ha muerto uno de mis colegas más apreciados y amigo entrañable, el gran saxofonista y educador Carlos Averhoff.
Muchas cosas me unían a Carlitos, quien fue compañero de sección y de cuarto en nuestras giras con Irakere y compinche en tantas aventuras y desventuras juveniles. Hasta los uniformes los comprábamos en pareja con los quilitos que nos daban los comunistas, como esas camisas que encontramos juntos a mitad de precio, caminando por Helsinki en 1977.
A su pedido escribí música especialmente para su cuarteto clásico de saxofones, que fue una continuación del “Conjunto Sinfónico de Saxofones” iniciado en 1943 por mi padre (que lo apreciaba mucho). Visité a menudo su apartamento familiar de Lawton, y con su querida madre María compartí –medio en serio, medio en broma – mi odio y desprecio visceral por el castrismo, y de su hijo conservo el recuerdo de aquella tremenda vocación profesoral y sentido del humor a prueba de bala, sobretodo para soportar con paciencia las muchas bromas pesadas que le hacía.
A él y también a Raquel, la dulce y excelente mujer, madre de sus hijos que lo acompañó en sus peores momentos y hasta el último suspiro.
Qué más puedo decir que Carlitos Averhoff vivirá por siempre en nuestros corazones como el profesional impecable y el amigo inolvidable que fue para todos los que tuvimos la suerte de conocerlo de cerca.