Miami.- El talento cubano volvió a brillar en el extranjero con Parole, un cortometraje dirigido por el periodista, académico y cineasta Lázaro J. González, que recientemente obtuvo el premio a Mejor cortometraje en el Latino and Iberian Film Festival at Yale (LIFFY), en Estados Unidos. Este reconocimiento posiciona a González como una de las voces emergentes más prometedoras del cine independiente latinoamericano.
En una entrevista exclusiva para DIARIO LAS AMÉRICAS, el realizador compartió los orígenes del proyecto y los retos que enfrentó durante su realización.
“Es una película que nace de una motivación personal. Nace de esta experiencia del exilio en mi caso, pero también del deseo de encontrarme con mi madre”, explicó.
El cortometraje, que tiene una duración aproximada de 25 minutos, es autobiográfico. A través de imágenes y sonidos, el director construye un archivo emocional en el que explora los dilemas legales y emocionales de los inmigrantes que buscan una segunda oportunidad, abordando temas como la lucha por la identidad y la resiliencia.
“La película versa sobre este proceso de espera y esta necesidad de comunicarse a través de mensajes de WhatsApp. En este caso audios mensajes de WhatsApp que es la única manera de comunicación entre mi madre y yo. Se cuenta entre lo que yo soy capaz de ver en mi espacio cotidiano en San Francisco, California, y lo que conozco de mi mamá a través de lo que puedo escuchar y lo que ella me cuenta porque no he regresado a Cuba en alrededor de unos cinco años”, comentó.
Los retos de la producción
Lázaro destacó que lo más difícil de la producción fue trabajar con recursos limitados, pues no contó con ningún financiamiento para este proyecto, que retrata la distancia entre el norte californiano y su natal Pinar del Río, en el occidente cubano.
“En términos de retos técnicos y de producción lo más difícil fue hacer una película sin presupuesto donde la mayor parte del tiempo estoy solo haciendo cámara. A veces estoy delante de la cámara y nadie detrás de ella. Aunque tuve la suerte de tener el apoyo sobre todo en sonido de mi pareja y en la post producción de sonido conté con el excelente diseño sonoro de Emilio Polo. Es muy difícil hacer cine en el exilio cuando no tienes fondos, cuando no tienes una comunidad tampoco que te pueda apoyar sobre todo en un lugar como San Francisco donde no hay una comunidad cubana grande”, confesó.
El impacto del corto
El galardón en el festival de Yale no solo resalta la calidad narrativa y visual del cortometraje, sino que también abre puertas para que la obra alcance a más audiencias, algo que González considera primordial.
“Si bien estoy muy feliz por haber obtenido un premio en una universidad tan prestigiosa como Yale, lo que más me interesa es que mi cine se vea y tenga esta posibilidad de dialogar con comunidades cubanas donde quiera que estén más allá de ganar un premio o tener una visibilidad entre un grupo selecto de personas que pueden acceder al cine”, agregó.
Aunque Parole ya debutó en otros eventos como el Festival de Cine Instar y la muestra Cine Cubano sin Fronteras, que tuvo lugar en Archivo de Cine del Pacífico, una de las instituciones fílmicas más prestigiosas del país, perteneciente a la Universidad de California, en Berkeley, aún no tiene fecha de estreno en el sur de la Florida, uno de los mayores deseos del joven realizador.
“Me encantaría que se pueda ver pronto en Miami y en toda la Florida donde residen la mayor parte de los migrantes cubanos por lo que espero esté en el Festival de Cine de Miami y en otros festivales de la zona”, expresó.
El futuro de Parole
Con el premio obtenido en Yale, Parole reafirma la importancia de las narrativas latinoamericanas en el cine mundial, destacando cómo el talento cubano continúa dejando huella en escenarios internacionales. El cortometraje ha sido seleccionado para la 45ª edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que se celebra del 5 al 14 de diciembre en la capital cubana. Para el cineasta, este logro representa un sueño hecho realidad, no solo por el reconocimiento artístico, sino también por el reto de abordar un tema tan delicado como el exilio en un contexto marcado por la censura. La proyección tiene un significado aún más profundo, ya que permitirá que su madre vea la película en pantalla grande en su país de origen.
Con su obra, Lázaro J. González no solo destaca como un cineasta de gran sensibilidad, sino que también demuestra el poder del cine para conectar, sanar y dar voz a las historias humanas más íntimas y universales.
“A través de una lente cinematográfica, esta película recuerda al público que el cine documental es una herramienta crucial para el autodescubrimiento”, dijo el jurado de esta edición de LIFFY. “Este filme entrelaza encuentros familiares perdidos, cruza mensajes verbales, con una ciudad que se revela mientras permanece oculta, reflejando las tensiones vitales de la experiencia de un inmigrante”.