MIAMI.- Si alguien podía albergar alguna duda sobre la manifiesta incapacidad del presidente venezolano Nicolás Maduro para tomar medidas que saquen a la nación sudamericana de la gravísima crisis económica que la ahoga, debe de haber quedado convencido de la absoluta ineficacia del “heredero de Chávez” tras escuchar su discurso ante la Asamblea Nacional.
Si alguien podía albergar alguna duda sobre la manifiesta incapacidad del presidente venezolano Nicolás Maduro para tomar medidas que saquen a la nación sudamericana de la gravísima crisis económica que la ahoga, debe de
MIAMI.- Si alguien podía albergar alguna duda sobre la manifiesta incapacidad del presidente venezolano Nicolás Maduro para tomar medidas que saquen a la nación sudamericana de la gravísima crisis económica que la ahoga, debe de haber quedado convencido de la absoluta ineficacia del “heredero de Chávez” tras escuchar su discurso ante la Asamblea Nacional.
Maduro aprovechó la ocasión para insistir en sus habituales acusaciones contra la oposición y le recetó a los venezolanos para sus penurias la muy gastada fórmula populista de su antecesor, pero no ofreció ninguna solución real para el desabastecimiento y el descalabro financiero que han puesto al país al borde del precipicio, especialmente tras la abrupta caída de los precios internacionales del petróleo.
El “hijo de Chávez” volvió a postergar una serie de medidas que, a juicio de los economistas, son las únicas vías posibles para sacar al país del atolladero en que la han sumido casi 16 años de chavismo.
Si hay algún culpable de la carestía y el desmontaje del aparato productivo en Venezuela es justamente Maduro y una larga lista de funcionarios corruptos que se han enriquecido saqueando las arcas del país. Del irracional control cambiario a los absurdos límites a las ganancias que pueden tener las empresas, el chavismo ha destruido las bases económicas de la nación.
Como si de una burla con tintes trágicos se tratase, Maduro aseguró que ante la debacle económica, Dios proveería y los venezolanos nunca estarían abandonados a su suerte.
Dios debe de estar muy molesto.
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